Bernardo, el peluquero estrella de San Pedro desde hace medio siglo

Domingo 18 de agosto de 2019 | 01:00hs.
El hombre de 77 años es uno de los personajes más reconocidos en la localidad. | Foto: Carina Martínez
Don Bernardo Román Cabrera (77) no fue a la escuela y por necesidad aprendió a leer y escribir. Pero sus conocimientos sorprenden a cualquier persona que por unos instantes mantenga una charla con este ejemplar hombre. Pese a su edad, continúa embelleciendo a los sampedrinos en su peluquería, que funciona hace más de 50 años.
Cabrera es una de las personas que eligió la Capital de la Araucaria cuando recién estaba en su etapa fundacional. Es un personaje conocido y admirado por mucha gente debido a su capacidad, inteligencia y perseverancia, incluso muchos lo consideran una enciclopedia abierta pese a que no pudo tener instrucción formal. Bernardo nació en Ybycuí, una localidad de Paraguay, y se estableció en San Pedro cuando el pueblo apenas tenía algunas calles, allá por 1964, y decidió abrir una peluquería.
Este emprendimiento lo supo sostener por más de 50 años, en la misma dirección y con el mismo nombre: Peluquería Real. Su permanencia en el tiempo puede deberse a la calidez, amabilidad, simpatía y profesionalismo para tratar a su clientela, que durante todos estos años fueron la publicidad para que su trabajo sea exitoso. El corte de cabello es lo que le permitió tener ingresos económicos para sacar adelante a su familia conformada por tres hijos.
Bernardo tenía 11 años cuando dejó su pueblo natal para llegar hasta Clorinda, Formosa, donde desde muy temprana edad comenzó a trabajar en tareas del agro, realizando limpieza del suelo y cosecha de algodón. Con el pasar de los años conoció Misiones, realizó su radicación definitiva y como esta zona se caracterizaba por contar con buenas fuentes de trabajo, se estableció en San Pedro.
“Desde mis primeros pasos en este suelo argentino, cuando realicé la libreta única, descubrí la grandeza de bien de la sociedad argentina que me recibió con 11 años. Por ahí en ese tiempo no presté atención de lo que significaba, hace 50 años que estoy acá y le tengo un agradecimiento inmenso a este pueblo que me brindó este trabajo”, relató a El Territorio.
Al llegar a la zona Norte de Misiones, en 1957, trabajó en la industria forestal con distintas empresas. En 1960, conoció San Pedro, donde permaneció durante 15 días en busca de alguna changa y cuando estaba a punto de regresar por no conseguir empleo, un señor de apellido Ayala, le consiguió trabajo la maderera Lorefice, donde trabajó durante 7 meses. Cuando lo despidieron procuró instalar una despensa, pero no fue rentable ya que el pueblito era muy pequeño, no contaban con energía, agua potable y ningún otro servicio público.
Fue así que de ser un obrajero, se convirtió en un peluquero exitoso. Esto tuvo su origen de forma impensada, cuando su compañero, Pascual Fernández, con quien carpía en una quinta de nombre La Misionera, se le acercó con dos espejos pequeños, un peine de bolsillo y una tijera y le solicitó que le cortara el cabello para ir a visitar a su novia. “Yo me propuse a hacerlo, ni me imaginaba que pudiera ser peluquero y mucho menos que me iba a salir bien. La verdad me salió muy bien y así varias veces lo peluqueé, cuando vinimos a trabajar a La Rata eran como 300 los empleados, entonces ni a mi hermano le cortaba el cabello para que no me pillen, pero le pedí al administrador que me acreditara esa tarea los sábados y domingos”, recordó Cabrera.
Los primeros pasos fueron positivos y Cabrera intentó hacer el mismo trabajo en otra localidad, cortando el cabello para el personal de Celulosa Argentina. Sin embargo, no logró concretar un solo corte. Esto lo llevó a conocer a Ferreira, dueño de un hotel donde se había alojado. Este hombre le ofreció un espacio y le consiguió las herramientas para que monte una peluquería en ese hotel en San Ignacio. Tampoco obtuvo buenos resultados ya que en esa zona la alta posición económica de sus moradores le jugaron en contra. Entonces pidió prestadas esas herramientas y con ellas retornó a San Pedro.
“Me sentí muy mal allá, no tenía clientes porque eran gente de plata y yo no tenía nada, ni para poder hacer una tintura por ejemplo, entonces pedí al señor Ferreira si me daba esos elementos, para empezar de cero en San Pedro. Acá la gente me aceptó, de todas las edades y posiciones sociales, todos los trabajadores. Tenía mucho, mucho trabajo. Para mí estar acá es una enorme bendición”, confesó Cabrera.
Sin embargo, en sus inicios no era el único que brindaba el servicio de peluquería, pero sí es el único que permanece hasta la fecha y a sus 77 años continúa siendo elegido por sus fieles clientes. Ir a su salón era algo muy común tiempo atrás, los caballeros por excelencia solicitaban cortes clásicos siendo el corte petitero a la romana el que lo distinguía. Las mujeres también hacían uso de la peluquería, pero como no realizaba ningún tipo de cosmetología, la clientela era mayormente masculina.
A pesar de no haber accedido al sistema escolar se volvió una persona repleta de conocimientos, de todos los ámbitos. Aprender a utilizar una tijera e inclusive una navaja fue un permanente aprendizaje, que como con un toque divino supo hacerlo con el tiempo y dedicación que cada cliente se merece. Uno de los mayores desafíos fue realizar el primer corte solamente a la navaja, al doctor Tolosa: “No fue rapar la cabeza, fue un corte prolijito, ¡de doctor! fue muy difícil para mí, eso actualmente no sé si alguien lo haría, porque la navaja ya es un elemento casi descartado, el cliente me enseñaba, me decía cómo quería su corte y yo procuraba que quede como me pedían, lo que más se hacía eran cortes militares y a la romana”, rememoró Bernardo.
Para quien llegó cuando sólo existían tres calles y haber estado presente en los años de desarrollo, la localidad recién comienza a florecer. “Para mí San Pedro hasta me atrevería a decir que no nació todavía. Para 1960 esto era puro trabajo, empresas, industrias, hoy no existe mucho de eso, pero siempre se caracterizó por la cultura del trabajo, creció mucho en cuestión de habitantes, la tecnología, las comodidades que tenemos, servicios públicos. Si vemos tiempo atrás, acá donde estoy no había nada, hoy estoy en el corazón del pueblo, es una maravilla”, destacó.
Desde su salón, mientras conocía relatos de todo tipo, el peluquero se convirtió en un referente para la localidad y todavía sigue siendo el más buscado para quien quiere renovar su apariencia.