El lunes comenzó a rodarse en Ezeiza el filme Guiso de Iguana, una comedia negra dirigida por Martín Salinas, un cineasta reconocido por guionar historias que fueron candidatas al premio Oscar de los Estados Unidos.
El largometraje que Salinas planea estrenar el año entrante tiene a Misiones como el epicentro de la historia y como protagonistas se encuentran artistas muy conocidos en el ambiente del séptimo arte y las tablas teatrales: Valeria Bertuccelli, Emme, Martín Piroyanski, Luis Ziembrowski y Juan Minujín.
En el elenco también figuran German Da Silva,Vanesa Weimberg, Patrizzia Camponovo e Iván Moschner, el único misionero auténtico que interpretará un pequeño papel pero que además fue “coach” de los actores.
Nicotina, la semilla
Salinas residió durante trece años en la ciudad de México, entre idas y vueltas por Los Angeles, Estados Unidos. Desde allí disparó mucho de su trabajo literario, muy reconocido en todo el mundo y varias veces premiado.
El trabajo en guiones entre Estados Unidos y México ocurrió con mucha frecuencia en la década del ochenta, justamente cuando se gestaba Gaby, la historia verdadera, un libreto que escribió y estuvo nominada al Oscar y los Globos de Oro.
Mientras Salinas residía en México dio forma a Guiso de Iguana, curiosamente su ópera prima, más allá de haber dirigido cortometrajes varios en los últimos años.
En el país azteca “había hecho la película Nicotina (2003)”, recordó el cineasta. Aquella obra de humor negro, protagonizada por Diego Luna, se concretó en coproducción con Argentina y España.
“De alguna manera esa película me dio un casting parecido en terminos de nivel y de calidad” para Guiso de Iguana, según comparó el cineasta.
En tanto, Nicotina “me dio la idea de hacer otra comedia negra de frontera en México. Yo estaba viviendo allá. En cierto momento, los tiempos de producción se atrasaban y me di cuenta de que era un proyecto maravilloso para nuestra frontera, sobre todo para una provincia como Misiones”, argumentó Salinas.
Es que el guionista y director de cine tiene “una relación emocional importante” con la provincia cosechada cuando era adolescente y cuando visitó a Luis Garrasino, su abuelo.
Garrasino perteneció al “grupo empresario que fundó Garuhapé, a mediados del Siglo XX”, detalló Salinas. Con tal nostalgia por su abuelo pionero en esta zona de la provincia, Salinas dijo: “vamos para la Patria con este proyecto porque finalmente todas las fronteras tienen algo en común, aunque cada una tiene su realidad”, admitió.
Iguana o lagarto overo
¿Porqué la película se llama Guiso de Iguana?, Salinas ha respondido anteriormente que “sería técnicamente un guiso de lagarto overo, al que llaman iguana overa. Un amigo misionero, mi consultor en el tema, nacido y criado en ese mundo rural, sabe cazar y cocinar todo bicho que camina: iguanas y lagartos incluidos. Me dictó un par de otras maneras de prepararlas”.
Según Salinas, Guiso de Iguana “está pensada para un público lo más amplio posible. Por un lado tiene un humor más pensado, más trabajado, con ironía. Pero por otro lado es un entretenimiento a full”.
El cineasta anhela que su filme alcance la trascendencia de Nicotina, “que estuvo tres semanas primera en taquilla de todas las películas México. Acá, como no era tan conocida, no sucedió. Pero se ha vendido en todo el mundo. La idea es seguir ese camino. Creo que Latinoamérica necesita un cine que entretenga y deje algo más que tenga que ver con lo nuestro”.
Breve sinópsis del largometraje
Charly (Martín Piroyanski), de 23, abandonado en un convento al nacer, cuida una hostería en la selva del Iguazú. Ignora que la pareja de turistas supuestamente brasileños que viene a cenar, son sus padres. Karla (Valeria Bertuccelli), de 44, llega al mismo tiempo con un muerto y cien mil dólares en el baúl del coche. La acaba de traicionar un hombre que le prometíó el paraíso. Todo sucede en el tiempo en que se cocina un guiso de iguana. Karla y Ricky (Juan Minujín), secuestradores improvisados de medio pelo, huyen por una carretera misionera con un hombre maniatado en el baúl del coche y un maletín con cien mil dólares cobrados por su rescate. El secuestrado es un tío de Karla que estafó sin piedad a su padre y huyó a la triple frontera con los ahorros familiares de toda una vida. Karla está a punto de descubrir que el tío está muerto y Ricky planea traicionarla con otra mucho más joven. Charly (23) cuida una posada fuera de temporada cerca de las cataratas.
Superviviente pragmático y descastado, es un cazador instintivo que no ve ninguna diferencia entre la cruda conducta reproductiva y social de las iguanas que trafica y la especie humana. Esta noche espera la llegada una par de turistas brasileros, recomendados por la monja que lo ha criado. Piensa ganarse unos dólares extra recibiéndolos con su platillo estrella: un guiso de iguana. Flávio (Germán Da Silva) y Gloria (Patrizzia Camponovo) están llegando en secreto desde San Pablo a conocer al hijo bastardo que abandonaron hace veintitrés años en un convento de frontera. Son amantes clandestinos hace veinticuatro. Él es un argentino que hizo fortuna trabajando para el marido de ella, Alexandre, su jefe y amigo. Gloria es una misionera bellísima. Vienen a reparar lo irreparable, aunque no por iniciativa propia. La monja se está muriendo y los amenazó con hablar. Llevarse a la
tumba una mentira como esa, le impediría la entrada directa al cielo. Ell “reencuentro familiar” es interferido por la aparición accidental en escena de Karla y Ricky con el muerto en el baúl. El enredo precipita conflictos en ambas historias. Karla descubre la traición inminente de Ricky. Y Charly la verdadera motivación y cobardía de sus padres. Cazador al fin, Charly encuentra en Karla la aliada perfecta para cobrar a sus padres la deuda de toda una vida.