Cuando la fe se transforma en aventura

Domingo 17 de noviembre de 2019
Por Sonia Benítez

Por Sonia Benítez comerciales@elterritorio.com.ar

Al Camino de Santiago hay que transitarlo con fe. Tranquilo, observando el paisaje y disfrutando de cada paso. Se trata de un camino tradicional español, con mucha carga espiritual y de sentido. Camino de Santiago se denomina al recorrido que realizan los peregrinos que se dirigen a Santiago de Compostela para visitar la tumba del Apóstol Santiago. A partir del siglo IX, se forjó como una de las rutas de peregrinación más importantes de Europa. Adriana decidió realizar esta aventura en septiembre, cuando la afluencia de viajeros es un poco menor, pero de todas formas se encontró con cientos de peregrinos en el camino. 
“En julio es la peregrinación porque es el día de compostela, justo en vacaciones largas para Europa y Estados Unidos y va muchísima gente. Van familias, grupos de amigos, eso me sorprendió mucho, ver a grupos de amigos jóvenes. Se arman grupos y van, para el español el camino es muy tradicional”, dijo la aventurera, que decidió emprender el camino luego de la lectura del libro “El Peregrino de Compostela” de Paulo Coelho, donde el autor narra las peripecias de su peregrinaje por el Camino de Santiago. En compañía de su guía espiritual, el misterioso y enigmático Petrus, Paulo se enfrenta a una serie de pruebas y ejercicios, conoce a figuras que ponen en apuros su determinación y su fe, sortea peligros insidiosos y tentaciones amenazadoras, para encontrar la espada que le permitirá convertirse en Maestro RAM.
El Camino, que Paulo Coelho recorrió en 1986, consiguió inspirar una novela de aventuras, que es, al mismo tiempo, una fascinante parábola sobre la necesidad de encontrar nuestro camino en la vida. Y de eso se trata el Camino. No es un viaje de turismo común, sino que se trata de encontrarse con uno mismo, de disfrutar el trayecto hasta el objetivo final. 

Buen Camino
Una vez que Adriana tomó la determinación de realizar este trayecto caminando, viajó a Madrid para tomar un tren hasta Sarria, punto donde empezaría el camino. 
Hay diversas rutas establecidas como Camino de Santiago, todas ellas señalizadas con las características flechas amarillas. La inmensa mayoría elige el denominado Camino Francés, de la frontera franco-española en Navarra (Valcarlos-Roncesvalles) hasta Santiago de Compostela o bien en su variante aragonesa de Somport-Jaca hasta enlazar con la otra ruta en Puente la Reina. Es la vía más conocida y la que más huella histórica y artística ha dejado a su paso.
Pero existen otras muchas rutas. El Camino Primitivo (que sale de Oviedo y llega a Santiago), el Camino de la Costa (por la costa Cantábrica), la Vía de la Plata (desde Sevilla), el Camino del Ebro (desde el delta del Ebro), el Camino Catalán (desde Montserrat), el Camino de Madrid (desde Madrid), Levante, del Sur, Inglés, Baztanés…  Cada itinerario es diferente, en jornadas, en gentes, en paisajes, en clima, pero todos tienen su encanto (ver Un buen camino para recorrer en mayo) . Para Adriana, Sarria fue el punto de partida.   
“Yo subí al tren desde Madrid a Sarria y desde ahí ya vas viviendo otro ambiente, es como el viaje a Bariloche, donde se sabe toda la gente que sube al tren va a hacer el camino.  Un amigo mío hizo el camino en bicicleta así que le pedí recomendaciones antes de salir y me dijo: llevate las zapatillas con las que entrenás todos los días, no te compres zapatillas nuevas ni te compres botas de trekking porque si no estás acostumbrada te vas a lastimar. Fue la mejor recomendación.  Además me dijo ‘viví el camino y quedate tranquila que nunca vas a estar sola’ y así fue, nunca estuve sola en el camino”.
Este recorrido no es sólo para personas deportistas o para quienes entrenen diariamente, en los 100 kilómetros que realizó, Adriana se encontró con niños, adultos mayores y hasta mascotas caminando a la par de su humano. 
“La gente grande también hace y es lo que a mí me alentó porque yo no soy deportista. Pero igual subestimé un poco porque pensé que iba a hacer más fácil, o sea no es difícil, pero a partir del día tres empezás a sentir cansancio en las piernas. Si no llevaste las zapatillas adecuadas, no llevaste el equipo adecuado para caminar durante varias horas te cansás seguro porque hay poco descanso. Cada vez que se llega hay que buscar el hotel - que no son grandes hoteles sino como pensiones- pero cuando uno llega no conoce el pueblo, así que hay que ponerse a buscar en el teléfono o en el mapa dónde queda el lugar donde te vas a quedar a dormir. Llegás entre las dos y cuatro de la tarde, depende del trayecto, depende de los kilómetros y obviamente tenés ganas de conocer el pueblo, entonces sellás tu libreta, te bañás, descansás un ratito y volvés a salir, es como que no parás del todo. Hay un tramo que es larguísimo, de 29 kilómetros. La avenida Roca (de Posadas) es muy parecida a muchas partes del camino, en partes se hace pendiente, a veces con piedra, tenés que ir despacio porque es tierra y piedra, escalás bastante, no es tan chato como me imaginé”, recordó Adriana.  
Cuando se comienza el recorrido hay que adquirir una libreta y sellarla para poder obtener al final del Camino la tan ansiada Compostela, es decir, el certificado de peregrinación. Cada vez que se llega a un pueblo hay que recurrir a las iglesias, restaurantes, o casas artísticas para obtener un sello que son la prueba de que se ha realizado el trayecto a pie o en bicicleta; es necesario recorrer al menos 100 kilómetros para obtener la Compostela. 
“Para darte el pasaporte te preguntan por qué fuiste, por qué motivos. Uno deja su credencial del peregrino que está toda sellada por todo el camino y al otro día vuelve a buscar su certificado. La idea es que cuando llegás a un pueblo sea para la misa del peregrino. Sí o sí hay que tener un sello desde donde se sale para que al llegar sepan el recorrido que hiciste, mínimo exigen cuatro sellos por día porque sino es como que si uno se salteara alguna etapa, en colectivo, en taxi o en lo que sea”. 
Saltearse pueblo en medios de transporte no tiene sentido en este viaje, ya que se trata de un desafío personal y de una experiencia espiritual, no es una competencia y no hay prisa por llegar antes. El fin de este Camino no es llegar a la meta, sino el haberse encontrado con uno mismo en el paseo que lleva a Santiago de Compostela. 
“Es muy lindo compartir y ver cómo la gente se mueve en familia, a los españoles les es más fácil realizar el Camino en familia por razones de distancia.Yo conocí gente desde que me fui al tren en Madrid hasta que me fui. Llegamos a Santiago siendo un grupo, de ir sola terminamos siendo diez. Este es un viaje diferente, un viaje distinto, yo ahora quiero viajar así, me encantó. Quiero hacer caminos que son muchos más largos. Yo me llevé los auriculares para escuchar música y nunca ocupé y eso a pesar de que hice muchos tramos sola. Yo lo tomé como un viaje conmigo misma”.  

Disfrutar el Camino
En los 100 kilómetros obligatorios para obtener la Compostela se recorren caminos de tierra, rutas, campos, bosque, ciudad y cientos de paisajes diversos. 
“Se va atravesando campos, a veces hay que entrar por el pueblo, algunas veces pasás por el costado, pero todos los pueblos son chicos, lo que sí hay que ir con el hospedaje armado porque es un camino que hace toda la gente de todo el mundo, todo el año, no importa que llueva o haga frío hay gente que lo hace igual”. “Buen camino es algo que la gente se dice durante todo el camino, es como decir que te vaya bien. La gente va dejando zapatillas como un símbolo de algo de lo que se despoja, como que van dejando atrás un problema. En el camino ves eso y también plantaciones de una especie de repollo alto, miles de paisajes,  silos típicos de Galicia que es como una casita finita en el patio de los granjeros, ellos guardaban ahí la comida antes porque se mantenía el fresco y los animales no pueden acceder a eso, vas descubriendo un montón de cosas”, recreó. 
Dejar el problema atrás es parte de esta terapia viajera, las piedritas se ven en todos los caminos, también como símbolo de despojo, Adriana también se animó a  dejar la suya al final de Camino. Pero no todo en el camino es trabajoso, al llegar a cada pueblo hay restaurantes y grupo de personas preparadas para recibir a los peregrinos con instalaciones y alimentos para que el descanso sea total. 
“Casa de campo merece la pena parar para descansar, tomar productos caseros y disfrutar del relax, todo tipo de buffet, lugar distinto con degustación de productos de la zona’. Esto decía un cartel de una casa de dos abuelos que hacen todos los días comida casera y es a donación, vos le dejás lo que vos querés, tienen un baño y sellos. Te querés quedar en todos los pueblos. Yo llegaba, iba a la misa y me iba a comer. Ellos están acostumbrados a los turistas, son fabricantes de vino, tienen vacas así que la carne de ternera es buenísima, tienen membrillo, tienen miles de cosas caseras riquísimas”, dijo Adriana que hizo gran parte del recorrido acompañada de amigas mexicanas y españolas que conoció en el Camino. La llegada a Santiago fue grupal y claramente no podía faltar la selfie. 
“La verdad que el ambiente que viví y todo eso nunca lo imaginé. Todo el camino está marcado por la flecha amarilla y la concha, que son como los símbolos. Todo el camino se sigue la flecha amarilla que te marca donde tenés que ir. Y llegar a Santiago es fantástico, aparte de la felicidad de llegar no te querés ir más porque ese lugar es hermoso”, resaltó Adriana, la peregrina que caminó cien kilómetros a pie. 

Para agendar

Desde Posadas
Existen diversas opciones para llegar a SAantiago de Compostela, España.

U$S 2663

Batia Turismo ofrece el paquete completo desde Sarria hasta Santiago de Compostela.

U$S 80

Es el precio por alojamiento por cuatro noches en Obradoiro ubicado a 150 metros del centro de Sarria.