De un golpe se reabrió la grieta

Domingo 17 de noviembre de 2019
El término “Golpe de Estado” fue acuñado en Francia durante el siglo XVII; desde entonces se viene utilizando para definir la caída de gobiernos a partir de las acciones realizadas por sectores de poder que imponen un nuevo régimen.  Ha quedado incorporado en la actualidad al vocabulario de casi todas las lenguas modernas. 
Para buscar una definición más moderna podemos recurrir al Diccionario de Política de Norberto Bobbio, uno de los textos fundamentales en Ciencias Políticas. Bobbio dejó una definición básica, para describir a los golpes de Estado a través de la historia y de los diferentes contextos coyunturales: “el golpe de Estado es un acto llevado a cabo por parte de órganos del mismo Estado”. Esto es lo que pasó en Bolivia esta semana, aunque desde algunos sectores del gobierno nacional argentino hayan buscado explicarlo de otra manera.
El pasado 10 de noviembre, Evo Morales debió renunciar a la presidencia del país vecino, luego de que desde el Ejército se lo “recomendaran” como forma de lograr devolverle la paz a un pueblo que venía convulsionado desde el 20 de octubre, cuando tras las elecciones generales, en una maniobra que aún no se entiende, el Tribunal Superior Electoral suspendió el conteo de votos cuando todo indicaba que habría segunda vuelta entre Evo Morales y Carlos Meza, y lo reactivó públicamente con resultados que le daban a Evo Morales el triunfo en primera vuelta. 
Esto fue la gota que rebalsó el vaso de toda la oposición boliviana y los grupos de poder. Esos sectores salieron a la calle el mismo 20 de octubre por la noche para reclamar elecciones transparentes. Hubo violencia contra las protestas desde las fuerzas de seguridad, que por esos días eran todavía afines a Morales. En ese contexto, se presentó un informe de la OEA que habla de “algunas irregularidades” en el proceso del conteo electoral. El titular de la OEA Luis Almagro, alineado a las políticas de Estados Unidos,  salió contundente a denunciar un fraude de parte de Evo Morales. Mientras que los informes internacionales hablan de irregularidades, no de fraude electoral. El ambiente se calentó más aún en las calles de Bolivia. Evo, entonces, llamó a nuevas elecciones para calmar las aguas. No alcanzó.

Golpearon desde las sombras
Aprovechando estos reclamos, y ocultándose detrás de los que reclamaban una democracia transparente, emergieron los sectores más oscuros de la política boliviana que comenzaron a tejer, junto con las Fuerzas Armadas, un plan para ponerle fin de forma violenta al gobierno de Morales. 
Ese plan concluyó el 10 de noviembre, cuando Morales renunció a la presidencia denunciando presiones que iban desde el secuestro y amenaza contra miembros de su familia o de su partido, hasta el saqueo e incendio de propiedades de su familia. El primer presidente indígena de la historia de su país renunció desde algún lugar de Bolivia, lugar que se mantuvo en secreto para resguardar su vida. Allí se mantuvo hasta que el gobierno de México le brindó asilo político, le envió un avión, y tras varias negociones regionales logró que llegara hasta el país del norte para resguardarse allí.
Detrás de Evo Morales llegaron también las renuncias de las tres personas que están en su línea de sucesión directa. Por un lado su vicepresidente Álvaro García Linera, la presidenta del senado Ana Salvatierra y el presidente de la Cámara de Diputados Víctor Borda. Todos del espacio político de Morales. Tras esto, se autoproclamó presidenta Jeanine Añéz, en una sesión sin quórum y con la veña del ultraderechista religioso Luis Fernando Camacho, quien se ha transformado en una de las figuras emblemáticas del golpe en Bolivia. Una de las primeras imágenes de Camacho, que no tiene votos ciudadanos,  durante los acontecimientos de esta semana lo muestra a él junto a dos seguidores, arrodillado en uno de los salones principales del palacio de gobierno, teniendo frente a ellos una bandera de Bolivia con una biblia encima. La ultraderecha hiperreligiosa de Latinoamérica se mostraba así como un actor principal en el proceso de derrocamiento de Morales. Las nuevas autoridades de Bolivia después del golpe se autodenominaron interinas. Su principal función es resguardar la vida de los ciudadanos y llamar a elecciones para normalizar el país. Ninguna de las dos acciones realizaron: todavía no llamaron a elecciones y la represión estatal produce muertes todos los días. Para acentuar la falta del estado de derecho, el gobierno de Añez emitió un decreto para eximir a militares de responsabilidades penales en la represión. 

Diferencias externas e internas
Las posturas desde la Argentina fueron claras desde el primer momento y mostraron las grietas que siguen abiertas entre el gobierno nacional actual y el que asumirá el próximo 10 de diciembre. Pero también dejaron ver una grieta interna que existe en Cambiemos y que hasta el momento se mantenía oculta.
Es que entre los primeros que salieron a repudiar lo que sucedía en Bolivia tras la renuncia de Evo Morales estuvieron el presidente electo Alberto Fernández, la vicepresidenta electa Crisitna Kirchner, y de forma oficial el comité nacional de la Unión Cívica Radical (UCR) que a través de un documento denunció un golpe de Estado en Bolivia. Tras el documento también salieron públicamente los principales referentes del partido centenario.
Al mismo tiempo, del otro lado de la grieta quedó el gobierno nacional, y el PRO en su totalidad, porque con el canciller Jorge Faurie salió a argumentar desde el primer momento la postura del gobierno, que es que “en Bolivia no hubo un golpe de Estado”. Según Faurie, esto se argumenta en que no son las Fuerzas Armadas las que asumen el poder. Sosteniendo esto el gobierno nacional quedó solo de su lado de la grieta.
Mientras Alberto Fernández le pedía a Mauricio Macri que le ofrezca asilo a Evo Morales, antes de que lo haga México, del lado de Macri se respondía que por estar en un proceso de transición eso era “muy complicado”. Fernández, que siente a Evo como un cercano, no se quedó en la discusión. Comenzó a mover las fichas como si ya hubiera asumido la presidencia y consiguió que Manuel López Obrador le ofrezca asilo a Morales. Además, ya adelantó que el 11 de diciembre, un día después de asumir, lo llamará a Morales para ofrecerle asilo en la Argentina. Morales ya agradeció el gesto, y adelantó que por ahora se quedará en México, aunque analizará donde le conviene estar para pacificar Bolivia.
Mientras tanto en el gobierno nacional siguieron titubeando. Macri y Faurie siguen sin hablar de golpe de Estado, pero al menos ahora reconocen que hubo una “ruptura del proceso constitucional”, y que se hace necesaria una salida democrática a lo que sucede en Bolivia. Adentro del PRO tampoco se habla, pero también se evidencia una grieta. Este viernes por la mañana, en una entrevista con una radio porteña, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, quien suena para ser nombrada como nueva presidenta del PRO cuando el misionero Humberto Schiavoni deje el cargo en diciembre, fue consultada sobre su postura, como licenciada en Ciencias Políticas, de lo que pasa en Bolivia. “Prefiero no opinar para no entrar en contradicciones con mi gobierno”, afirmó dejando en evidencia que no comparte las definiciones de Faurie. 

Francisco contra las preventivas
Cerrando la semana, el papa Francisco recibió a los miembros de Asociación Internacional de Derecho Penal y allí criticó fuertemente el uso de la prisión preventiva, herramienta a través de la cual la justicia argentina mantiene tras las rejas, sin condena firme o en pleno proceso, a muchos ex funcionarios del gobierno anterior.
Las declaraciones llegan horas después de que el Congreso argentino fijara límites a las prisiones preventivas. Lo que no pasó por alto fue que los límites fueron aprobados por unanimidad de los bloques políticos integrantes de la comisión. Ahora que Cambiemos se retira del poder, quieren que funcione sin arbitrariedades el principio de inocencia y derecho de defensa.
Francisco señaló: “En nuestro encuentro anterior señalé con preocupación el uso arbitrario de la prisión preventiva. Lamentablemente, en los años transcurridos desde entonces, la situación se ha agravado en algunos países y regiones donde el número de detenidos sin condena ya supera ampliamente el 50 por ciento de la población carcelaria”.
Y consideró que se trata de “un fenómeno que contribuye al deterioro de las condiciones de detención y es causa de un uso indebido de destacamentos de policía y militares para esos fines”. El único argentino presente en la reunión fue el jurista Roberto Carlés.
También se refirió al “lawfare”; Francisco planteó que “se verifica periódicamente que se ha recurrido a imputaciones falsas contra dirigentes políticos, promovidas concertadamente por medios de comunicación, adversarios y órganos judiciales colonizados”.
Alberto Fernández, que es abogado y profesor de derecho penal en la UBA desde hace 30 años, sostiene que lo que dice el Papa es el ABC del derecho penal. Lo dijo en la campaña y es de esperar que desde el primer día de su gobierno promueva que se cumplan con las garantías constitucionales del principio de inocencia y los estamentos de la  defensa en juicio.

La interna de la UCR
Si bien dentro de la UCR no hubo diferencias por el tema Bolivia, sí hay diferencias políticas de otro tipo. La principal es la que tiene que ver con la interna sobre quiénes conducirán el espacio y el futuro político del partido centenario, que de momento todo indica que seguirá siendo por dentro de Cambiemos, o Juntos por el Cambio, tal como se denomina la coalición que desde el 10 de diciembre será la oposición nacional y que tendrá la primera minoría de la Cámara de Diputados de la Nación. Allí está la principal de las peleas. De un lado Mario Negri, que busca mantener la presidencia del bloque que contará con 48 diputados nacionales. Del otro, el gobernador saliente de Mendoza, Alfredo Cornejo, que asumirá una banca y pretenden la presidencia.
En los pasillos de la UCR aseguran que Negri tendría más que sobrados apoyos dentro del bloque para seguir en el cargo. Pero del lado de Cornejo juegan la ficha de los resultados electorales. La elección de la UCR en Mendoza fue excepcional tanto en las provinciales como en las nacionales, y Cornejo fue la cara de la victoria. Mientras que Negri fue la cara de la derrota en Córdoba. 
Pero todo indica que la carta del resultadismo no le funcionará a Cornejo y Negri se estaría quedando con la presidencia. “El radicalismo paga a perdedores”, aseguran en los pasillos de la política nacional.

Inflación: pasado y presente
Mientras la vista y el debate están puestos en Bolivia, en Argentina siguen pasando cosas. Esta semana el Indec dio a conocer los índices de inflación de octubre que fue de 3,3 por ciento, acumulando así un 50,5 por ciento interanual y un 42,2 por ciento para lo que va de 2019. Las consultoras privadas ya hablan de que en noviembre habrá un repunte más de esos valores, llegando a algo más de 4 por ciento por la liberación de los combustibles y porque terminó la campaña en la que había precios retenidos.
En Misiones los combustibles tuvieron un aumento del 300 por ciento desde el inicio de la era Macri y se esperan más aumentos este año. 

Encuentro con sabor a despedida
Mientras tanto en Misiones comenzó la transición de gobierno. Una transición tranquila entre dos compañeros de lucha y de trabajo. De un lado Hugo Passalacqua que comenzó a despedirse, reuniendo esta semana a los 76 intendentes en un almuerzo de trabajo que sirvió para agradecerle a cada uno de ellos el acompañamiento de estos cuatro años, y también para ponerse a disposición para colaborar desde su nuevo rol de diputado provincial. Del otro lado Oscar Herrera Ahuad, que tomará posesión de la gobernación el 10 de diciembre, y para lo que está dando las últimas puntadas a su gabinete.
Lo de Passalacqua con los intendentes no fue casualidad. Desde el inicio de la renovación una de sus principales características, y fortalezas, fue el dominio territorial que aportan los intendentes. Los jefes comunales no sólo son importantes en materia electoral, también fueron fundamentales en estos años difíciles de crisis económicas y sociales dando contención social desde las bases.
Hoy, viendo la crisis que atraviesan países como Bolivia o Chile toma más relevancia la actitud de gobernadores como Passalacqua, que de forma colaborativa contribuyeron fuerte a mantener la paz social y la democracia en el país. Principalmente tomando actitudes y gestos para dejar atrás la grieta, que es dejar la violencia y apostar al diálogo.
Al contrario de lo que se hizo a nivel nacional, desde Misiones se pensó en la gente en lugar de la rosca entre los políticos, colaborando para mantener la paz social con madurez, seriedad y una clara muestra de alta jerarquía política, que es la que debe emerger en los momentos más difíciles, porque en los momentos fáciles cualquiera puede ser referenciado como estratega. 
La respuesta de los misioneros a esta actitud de defensa de la provincia y de aplicar políticas cercanas a las personas fue muy positiva, otorgando el 75 por ciento de los votos a Oscar Herrera en junio y el triunfo en la intendencia de la capital, lugar donde dos años antes Cambiemos había sido fuerte, a Lalo Stelatto, un ingeniero con probada gestión que no tenía antecedentes políticos. Como corolario en el concierto de los 24 distritos del país, Misiones termina la gestión de Passalacqua siendo la octava economía en el producto bruto, una de las cuatro que no tomó deuda, de las pocas que inicia las clases en tiempo y forma y de las dos que paga los sueldos al día.