La guerra no declarada entre Corrientes y Paraguay en 1833

Viernes 6 de diciembre de 2019
Alfredo Poenitz

Por Alfredo Poenitz Historiador

Históricamente las cuestiones limítrofes entre Paraguay y Corrientes fueron tensas. En 1779, el gobernador del Paraguay don Pedro de Melo había mandado fundar un fortín en Curupaytí, en la confluencia de los ríos Paraná y Paraguay para hacer frente a las invasiones de los guaycurúes y mocovíes y defender a los estados de Corrientes y Paraguay. De los 80 hombres que participaron en la expedición, 50 eran paraguayos y 30 correntinos. A partir de allí, esa región, conocida como el Ñeembucú comenzó a ser reclamada como propia por ambos gobiernos. El Obispado de Corrientes por decisión propia comenzó, dada la cercanía de la nueva población, a atender el aspecto religioso lo que motivó muy pronto los reclamos del Obispo de Asunción.
Cuando se produjo la Revolución de Mayo y el gobierno paraguayo decidió no adherir a la misma, la situación fronteriza entre ambos estados se tensó, no sólo en Ñeembucú, sino también en el Alto Paraná, en las Misiones de guaraníes, debido a la ocupación paraguaya de Candelaria después de la derrota de Belgrano en Tacuarí y Paraguarí. La presencia definitiva de fuerzas paraguayas a partir de 1823 en aquel territorio puso en alarma roja al gobierno de Corrientes quien solicitó en varias ocasiones ayuda al gobierno porteño ante la amenaza paraguaya. Si no hubo guerra en ese momento fue justamente por la falta de apoyo militar a Corrientes. La guerra civil en el Litoral, sumado a los preparativos para la guerra Cisplatina con el Brasil concentraban la atención de Buenos Aires. Terminada esa guerra, el doctor Francia, gobernante del Paraguay, en 1828 comenzó a prepararse para un eventual ataque de tropas argentinas. Salieron de Asunción permanentes órdenes a la frontera solicitando que se evacúe parte de Candelaria y la construcción de cuarteles y fortines a ambos lados del Paraná. Pero como la invasión nunca se produjo pues Buenos Aires se interesó por otros asuntos, el doctor. Francia, a partir de 1831 comenzó a fortalecer la zona en tensión.
En 1832, los correntinos, considerando que el departamento de Candelaria constituía una invasión al suelo argentino comenzaron a explotar los yerbales silvestres de Misiones lo que provocó pequeños enfrentamientos entre patrullas militares. Francia muy molesto ordenó el envío de 2000 soldados para escarmentar a los “bandidos correntinos”. Debido a la renovada probabilidad de guerra en la zona Francia inició un programa para reforzar Itapúa (Encarnación) y Candelaria con cuerpos de artillería. Varios encuentros entre 1832 y 1833 pronosticaban una segura guerra. En esas circunstancias fundan en donde hoy es Posadas la Trinchera de San José. El gobernador Ferré movilizó 4000 soldados a la frontera sobre el Paraná y pidió a las provincias vecinas una alianza contra el Paraguay, concretándola con las provincias de Santa Fe y Entre Ríos.
En octubre de 1832 Francia ordenó la ocupación de la isla de Apipé y los correntinos capturados allí fueron enviados como prisioneros muy al norte del Paraguay.
Entre 1833 y 1834 las tensiones se fueron agravando con diversos combates a lo largo de la “frontera” entre el Paraguay y Corrientes. Los comerciantes brasileños que usaban la ruta Itapúa-San Borja comenzaron a ser atacados permanentemente por fuerzas correntinas lo que llevó a Francia a custodiar los convoyes comerciales con soldados de ese país. Cada diez días 400 soldados de caballería recorrían la ruta en las Misiones.
Con esa muestra de fuerza y la decisión de continuar ocupando las Misiones, Francia mostró al gobierno correntino y, por extensión a Buenos Aires, que estaba decidido a enfrentar las fuerzas argentinas de cualquier modo. Los porteños no consideraron necesaria en ese momento una guerra contra el Paraguay y los correntinos, cuya población era diez veces menor que la paraguaya, se dieron cuenta de que no podrían combatir al Paraguay en igualdad de condiciones.
Así se evitó un derramamiento de sangre que, lamentablemente se haría realidad tres décadas después en la Guerra de la Triple Alianza. Esta situación de tensión en 1833/34 en el territorio misionero puede considerarse como antecedente directo de aquella futura masacre.