Misiones en los tiempos de Perón

Viernes 16 de agosto de 2019
Por Alfredo Poenitz

Por Alfredo Poenitz Historiador

Cuando Juan D. Perón llegó a la presidencia en 1946, en el Territorio Nacional de Misiones las líneas de transporte ya comunicaban entre sí las principales ciudades del sur, se habían creado numerosas escuelas, existían planes de vivienda y el sistema de comunicaciones se ampliaba mediante la extensión de las líneas de correos y telégrafos entre las principales comunidades misioneras.
El Cuarto Censo Nacional de Población de 1947 arrojó para el Territorio la cantidad de 246.396 habitantes, contando con los más elevados valores de población de origen europeo, con un alto ritmo de crecimiento y una densidad poblacional solo superada por Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Tucumán, las provincias más ricas y prósperas de entonces. La mayoría de la población continuaba siendo rural, con un 87% de misioneros viviendo fuera de las ciudades. 
En 1940, sólo un 36% del territorio estaba habitado, ya que el restante correspondía a grandes latifundios improductivos o a tierras deshabitadas pertenecientes al erario público. En 1947, en tanto, la actividad agrícola estaba representada por un 95% de pequeños y medianos productores (de menos de 25 hectáreas hasta 100 hectáreas), pero concentrados en una superficie reducida en comparación a las grandes extensiones que constituían el 5% restante y que continuaban centralizadas en pocas manos. Esta realidad, convertía a los colonos en campesinos propietarios sin posibilidad de una capitalización necesaria que les permitiera invertir. Tendencia que se ha prolongado hasta los tiempos actuales. 
El golpe del 4 de junio de 1943, que llevó al gobierno nacional a Edelmiro Farrell, nombró en  Misiones como gobernador a Eduardo Otaño. En 1944, el presidente Farrel visitó el Territorio siendo la primera vez que un primer mandatario llegaba a Misiones. 
Las políticas sociales y laborales iniciadas por el gobierno de Farrell a través de la Secretaría  de Trabajo y Previsión, en manos de Perón, tuvo sus consecuencias sociales en Misiones, sobre todo en el fortalecimiento de las organizaciones gremiales. Pero hubo una polarización de la sociedad entre los que apoyaban a Perón como los que estaban manifiestamente en contra. Por ejemplo, la marcha del 19 de septiembre de 1945 “de la Constitución y la Libertad” en contra de Perón tuvo su réplica en Misiones en una marcha convocada por la UCR. Del mismo modo, los sucesos del 17 de octubre repercutieron favorablemente en el sector peronista del Territorio.  
En 1946, Perón, ya presidente de la Nación, nombró a Aparicio Almeida como gobernador del territorio, un socialista defensor de la provincialización, oriundo de San José.  
En estos tiempos del peronismo histórico los habitantes de Misiones participaron por primera vez en unas elecciones nacionales. En dicha oportunidad, fueron convocados para los comicios de presidente y vice, y para la elección de delegados a la Cámara de Diputados, como lo disponía la nueva Constitución de 1949 y la ley electoral respectivamente. En noviembre de 1951, fue reelecto Perón y en el orden local se eligieron a los representantes en el Parlamento.
Al peronismo también le cupo la responsabilidad de dictar la Constitución provincial de 1954, ya que habían logrado la mayoría entre los constituyentes electos.
Luego del derrocamiento del gobierno peronista, en septiembre de 1955, en el territorio misionero también se vivieron los desmanes y enfrentamientos entre los adeptos al presidente depuesto y sus detractores, las persecuciones a sus dirigentes y la proscripción del movimiento.
En el plano económico, se expresa una modificación de las viejas estructuras que seguían vigentes y que habían cobrado fuerza en la década de 1930. 
La instauración de políticas económicas de tinte nacional por parte de los gobiernos peronistas se tradujo en la intensificación de subsidios en aquellos sectores que ya los tenían, como el yerbatero, y la creación de nuevos en otros sectores productivos, como lo demuestra el envío de créditos al sector forestal, al tabacalero y al tealero.
Se consolidó la política intervencionista estatal y se afianzaron los organismos regulatorios de los principales productos del agro misionero: la Crym y el Consejo Nacional del Tabaco.
Además, las políticas de protección de determinados productos a la competencia externa mediante barreras arancelarias posibilitó el crecimiento de determinados sectores que se favorecían con dicha decisión. 
Esta era la realidad de Misiones en el alba de su provincialización.