Covid-19, narcotráfico y Juan Tokatlian

Jueves 9 de julio de 2020
Jorge R. Ferrari

Por Jorge Ferrari jyferrari39@gmail.com

Juan Tokatlian es un sociólogo argentino con una maestría y un doctorado Ph.D en Relaciones Internacionales en The Johns Hopkins University, Washington DC (Estados Unidos), y es actualmente vicerrector de la Universidad Torcuato Di Tella. Una de sus especialidades es el profundo estudio e investigación de la problemática del narcotráfico mundial y argentino. 
Como la cuestión de la pandemia ha opacado numerosos temas, me pregunto si la cuestión del narcotráfico (producción, distribución y consumo de drogas) habrá decaído, se mantiene o progresa. Entiendo -a pesar de no ser yo un especialista- que esta es una problemática que abarca áreas públicas de salud y seguridad: de salud por el consumo y de seguridad por la distribución y venta de drogas ilícitas.
Un trabajo del doctor Tokatlian sobre el rol que el Estado argentino ha asumido en las últimas décadas señala que a través de varios gobiernos, esta cuestión ha generado la aplicación de políticas erráticas, ineficaces y con roles contradictorios -y a veces negativos- de fuerzas de seguridad, policiales, de la justicia o de funcionarios estatales, tomando como ejemplos acciones de los estados de México, Colombia, Chile y Estados Unidos. Y Tokatlian centra su artículo en una cuestión bastante crucial: qué recursos aplican y distribuyen los estados nacionales -y particularmente el argentino- a disminuir el consumo de drogas y cuánto a combatir el negocio del narcotráfico, actividad ilegal altamente rentable.  
Por ejemplo, una política gubernamental que permanentemente exponga qué cantidades de drogas fueron incautadas o cuántas detenciones se efectuaron, antes que informar cómo andan las campañas sociopsicológicas escolares o educativas sobre los peligros sanitarios y sociales del consumo de drogas, o qué políticas deportivas o culturales de actividades juveniles e infantiles se están implementado, es prueba de una política desbalanceada de las dos principales ramas de la cuestión de las drogas ilícitas: a) el consumo y b) la distribución.
También afirma Tokatlian que abundan las declaraciones de personalidades religiosas, periodísticas o académicas sobre estas cuestiones, y que muchas de estas afirmaciones generan varias dificultades y consecuencias. Por una parte, porque no desentrañan la consolidación del fenómeno de las drogas ilícitas en la Argentina, que es un asunto global y multifacético que se manifiesta en cada país de maneras diferentes, por la concurrencia de factores tales como su desarrollo histórico, la matriz política, las prácticas arraigadas de los cuerpos de seguridad y la capacidad institucional. En realidad, reflexiona el investigador, cada país tiene el narcotráfico que deja florecer.
En Argentina, asevera Tokatlian, se lo dejó avanzar ante los ojos del Estado y la sociedad, en tanto policías, políticos y pandillas –nuestra triple P– forjaron una coalición criminal que ha ganado en autonomía relativa y en algunos territorios ha desbordado la capacidad de respuesta del Estado. Se debe examinar cuándo y a través de quiénes la Argentina se ha constituido en polo de atracción para que el narcotráfico se asentara durante décadas sin que el poder político y el económico lo advirtieran.
Este es un tema sumamente serio como para cargar las responsabilidades en los de afuera; esto revela errores estratégicos como para resolver gradual y eficazmente la cuestión narcotráfico. La geopolítica del narcotráfico debe ser entendida; el país es una pieza en este complejo ajedrez, nutrido por la ilegalidad del negocio, sus enormes ganancias y la existencia de nichos globales que permiten el lavado de activos ilícitos. 
A Tokatlian lo sorprende sobre que se escriba –a veces con admiración– cómo los argentinos sacan millones de dólares hacia el exterior y nadie se pregunte si algunas de esas fortunas fugadas tienen vínculos con el narcotráfico.
En síntesis, parecería que después de décadas de evolución del fenómeno drogas ilícitas, el Estado nacional no cuenta con un diagnóstico sistemático e integral en torno a éste, incluyendo la esterilidad de varias políticas oficiales, el no conocimiento institucional exhaustivo, ante el cual distintas voces sólo reclaman “hacer algo”, y ese algo sea hacer más “mano dura”. 
Pienso que a la hora de hacer algo, además del reclamo social, la experiencia y capacidad de análisis del doctor Tokatlian serán indispensables.