Hornus, un caso con extrema violencia y eternas secuelas

Domingo 18 de agosto de 2019
De ahora en adelante, el 12 de enero no será una fecha más para Guillermo Edmundo 'Billy' Hornus (58) y su familia en Eldorado.
Eran cerca de las 19.45 del mencionado día cuando el hombre finalizaba su jornada laboral y fue sorprendido por varios asaltantes que allí iniciaron uno de los peores atracos registrados en lo que va del 2019.
Dentro de todo, la pérdida económica fue lo de menos para la familia. “Eso se recupera”, coincidieron. Pero las secuelas que el hecho dejó en Billy quedarán de por vida.
Para este informe, El Territorio volvió a entrevistarse con Cristina Hornus, una de las hijas de la víctima, quien recordó detalles del violento episodio pero también mencionó el duro presente que atraviesan desde el día que marcó sus vidas para siempre.
“Mi papá estaba trabajando porque es un laburante que no podía dejar de trabajar. Estaba por cerrar el depósito y cuando se acerca para cerrar el portón del lugar siente que alguien viene de atrás. A partir de ese momento empezó a sentir golpes, manotazos, patadas, gritos e insultos. Lo tiraron al suelo. Querían plata, plata y plata”, recordó Cristina sobre el ataque a su padre.
Y continuó: “Mi papá me dijo que pudo observar que los asaltantes estaban drogados, súper violentos. Querían y repetían que buscaban plata”.
Mediante las intimidaciones a base de aprietes, amenazas y golpes ejecutados con fiereza, los delincuentes lograron apoderarse de aproximadamente 40.000 pesos en efectivo, dinero que estaba destinado a la compra de más mercadería en la distribuidora de la familia damnificada.
Pero la situación se tornó más dramática cuando al lugar arribó la esposa de Hornus, quien fue la primera persona en socorrer a la víctima.
“Mi mamá llegó, lo desató y llamó a la Policía. Ella no podía manejar. Mi papá sangraba. En eso llegó mi tía también pero al ver tanta sangre entró en shock. Yo pasé por el galpón y vi el auto de mi mamá. Para esa hora mi papá ya solía llamarme, pero como no lo hizo yo regreso al lugar y me encuentro con una escena que jamás imaginé: mi padre sangraba por doquier. No le deseo ni a mi peor enemigo estar en esa situación”, graficó Cristina.
La mujer recordó que como la Policía demoró en llegar, los familiares decidieron llevar a Hornus hasta el hospital en un vehículo particular. La situación era dramática: el hombre agonizaba y la desesperación aumentaba a cada segundo en sus allegados.
La familia colocó al herido sobre una rejilla de cama y lo llevaron hasta emergencias del hospital Samic de Eldorado.
“Llegamos en el momento justo. Gracias a Dios los médicos le hicieron las primeras curaciones, no permitieron que lo trasladen a Posadas y como mi papá tiene obra social del Pami lo derivaron a una clínica privada. Sentí que lo tiraron como un perro. Él llegó con su cara toda descosida, la nariz, la boca, con coágulos de sangre”, contó Cristina.
La mujer recordó que el asalto fue cometido un sábado y que su padre recién el martes fue revisado por un oftalmólogo amigo, el cual detectó una lesión que requería una urgente intervención quirúrgica, aunque la demora en el diagnóstico trajo severas consecuencias: la pérdida total de la visión en el ojo izquierdo.

Secuelas de por vida
La extrema violencia infringida por los delincuentes quedó reflejada y quedará de por vida en el cuerpo de Hornus. Los asaltantes maniataron a la víctima con precintos para madera, le rompieron la nariz a golpes, le provocaron traumatismos severos en el cráneo y órbita del ojo.
La vida post asalto no es fácil para Hornus, ni su familia. Cristina contó que “mi papá hasta el día de hoy no está bien. Perdió definitivamente un ojo, se operó cuatro veces y no lo pudo recuperar. Estuvimos recorriendo varios oculistas porque teme perder la vista totalmente”.
Pero es no es todo. “Él sigue teniendo sensaciones de estar atado. Está bajo tratamiento psiquiátrico, no puede dormir, está deprimido, se siente inseguro, con mucho miedo a las personas, a algunos incluso no las reconoce”, añadió su hija.
Cristina siguió: “Es difícil de llevar todo esto en la familia. Mi papá está depresivo, angustiado y también nos cuesta a los que estuvimos presentes en el lugar del hecho auxiliándolo. Hay días que llega esa hora del robo y suena mi celular y siento que algo malo pasó. Y no es así pero me quedó ese miedo”.
La mujer reconoció que si bien duele la pérdida, lo económico se recupera, pero hasta el día de hoy los Hornus se sienten desprotegidos. “Hasta el día de hoy ninguno de nosotros recibió ayuda psicológica de ninguna parte. Sabemos que hay profesionales en la fuerza, en el Ministerio de Salud y nunca nadie se acercó a hablarnos de lo que pasamos. Es lamentable, nos sentimos abandonados en todos los sentidos”, culminó.


En cifras

$40.000

Hornus estaba cerrando su distribuidora de frutas y verduras en el kilómetro 8 cuando fue sorprendido por dos asaltantes que se llevaron 40.000 pesos.