Las nuevas formas de comunicar y el cambio de perspectiva de las redes

Domingo 8 de diciembre de 2019
Echagüe usó Instagram para graficar sus conclusiones.
Diego Vain

Por Diego Vain @dieguitovain

Hace más de una década que las redes sociales entraron en nuestras vidas, al menos en Argentina. Con Facebook a la cabeza, el panorama se fue abriendo. Durante todo este tiempo, las interacciones, las nuevas maneras de comunicarnos, las soluciones y problemas que fueron planteando se convirtieron en materia de estudio.
Por eso es importante que, más allá del día a día, del uso cotidiano que le damos a las diferentes plataformas, podamos corrernos un poco de ese lugar y entender que detrás de un par de likes y algunos clicks hay mucho más y que un montón de las cosas que hacemos sin pensar están, justamente, muy pensadas y analizadas por quienes manejan las redes sociales.
Instagram se instaló para, a través de los influencers, marcar tendencia. Por eso vale la pena analizar ese fenómeno no solamente desde el marketing y la publicidad, sino desde la sociología y ver qué sentidos produce y desde qué lugares.
“El fenómeno de los influencers es para prestar atención. Hoy en día son una figura que no sólo impacta en las redes sino en la forma en que nos vinculamos con las redes e internet. Desde los usuarios, seguir a un influencer es tener ciertos referentes en distintos temas (cultura, gastronomía, viajes, moda), que según mi experiencia son las ramas en donde más influencers hay (o al menos que yo sigo)”, comentó Juan Echagüe, un sociólogo misionero que vive en la Ciudad de Buenos Aires.
“El influencer muestra, expone, y marca tendencia, ante un gran número de seguidores (mínimo 10.000). Es decir, el nivel de masividad nos lleva a pensarlo hoy como un fenómeno social de gran escala en el que confluyen múltiples actores (personas, empresas, instituciones)”, definió el posadeño.
Pero a esa definición hay que agregarle un factor importante: el tiempo. “Pienso en cómo impacta en nuestra forma de vincularnos, por ejemplo, con el tiempo. En donde antes teníamos las fotos físicas, en papel impreso, con las que llenábamos un álbum de ‘recuerdos’, que cada tanto volvíamos a ver para recordar, hoy tenemos el feed, que los influencers pueden llegar a subir entre una y diez fotos por día, tenemos las historias, de una duración de 15 segundos y que después de las 24 horas ya no las podemos ver, o también el vivo, que permite transmitir en directo desde el celular. La relación es con el presente, con el aquí y ahora”, analiza Echagüe.
“Parecería no haber lugar para el recuerdo. No digo que eso sea bueno o malo, pero propone otra forma de configurar relatos y discursos. No parece importar construir un pasado, sino construir un presente, que además se tiene que actualizar todo el tiempo. Los influencers ahí tienen un gran trabajo. Tienen que pensar todo el tiempo qué contenido subir para no perder seguidores. Y en cuestión de un día esa cantidad puede subir o bajar”, agregó.
“Por otro lado, esa temporalidad tan inmediata, veloz, relacionada con el presente todo el tiempo, es también muy funcional a la lógica marketinera y empresarial (por no decir capitalista). Instagram tiene la opción de ver estadísticas de uso. Un usuario promedio usa Instagram entre 45-60 minutos por día. Si las ‘historias’ duran 14 segundos, la cantidad de información que recibimos es inmensa. En este sentido se ha vuelto una plataforma ideal para el marketing y las empresas, en la que los anuncios ahora aparecen incluso en las historias, con una duración de 14 segundos”, explicó el sociólogo.

Lo privado en lo público
Las redes sociales llegaron también para cambiar la manera de “mostrar” ciertas partes de la vida que antes eran íntimas o, al menos, reservadas. Ese es otro de los puntos interesantes para pensar en qué hacemos con las redes sociales.
“No lo veo como un peligro, sino un cambio de perspectiva; de cómo la tecnología hoy, y las redes sociales en particular, Instagram sobre todo, aparece como un nuevo escenario discursivo y sobre todo al nivel de la imagen (tanto fotografías como videos), de cómo uno se construye hacia el afuera, cómo uno se muestra”, analizó el posadeño.
“Muestro a dónde vine a comer, a qué lugar del mundo viajé, qué obra de teatro vine a ver. Una cuestión de registrar y de ‘yo estuve ahí’, similar a la fotografía física, pero con una inmediatez temporal nunca antes vista”, agregó.
“En muchos casos los influencers juegan estratégicamente con mostrar aspectos de su vida personal, eso atrae bastante a los seguidores. Mostrar que estás desayunando en tu casa, a las 9, haciendo lo mismo que puedo estar haciendo yo en la mía, es un atractivo. Ver al otro, seguirlo”, comentó Echagüe.
Para graficar mejor ese cambio de perspectiva que mencionó antes, el sociólogo ejemplificó: “Los influencers en ese sentido no se configuran como estrellas de televisión, muy del siglo pasado, intocables, que uno no tenía nada en común (o al menos eso creíamos) y que se los idolatraba como casi una deidad. El influencer hoy es mucho más cercano, o se construye como más cercano, más parecido a uno. Come cosas parecidas, pero te recomienda algunos lugares, tiene una casa parecida y una vida medianamente parecida”.
Además hizo una relación rápida de las redes sociales y la política. “Ese aspecto no se da sólo en las figuras de los influencers en particular, pienso también en las figuras políticas, por ejemplo. Tienen una construcción de imagen relacionada a lo cotidiano, a lo ‘común’. Vemos al próximo presidente (Alberto Fernández) paseando a su perro. Hay una voluntad de parecerse al ‘ciudadano común’”.
“A partir de esto diría entonces que esa línea que separa lo ‘personal’ de lo ‘público’ hoy está más difusa que antes. O en todo caso, lo ‘personal’ se ha vuelto hoy un contenido atractivo para lo público que es Instagram”, definió.
Las redes sociales llegaron para cambiar el mundo y nuestras vidas, las maneras en las que nos comunicamos y también las formas en las que percibimos ciertas experiencias (cine, gastronomía, música). Por eso es imposible no detenerse unos minutos y verlas desde otro lugar, como lo propone la sociología, la psicología y tantas otras ramas de la ciencia que analizan estos fenómenos tan dinámicos y en constante cambio.