José de San Martín y sus hermanos

Martes 17 de agosto de 2010

Nuestro Libertador está presente en cada rincón de nuestra patria: Localidades, calles, plazas y escuelas no recuerdan con su nombre su figura, y sabemos bastante de él.  Sin embargo hay aspectos que han tenido poca difusión, y a uno de ellos nos referiremos aquí. No a sus estrategias militares ni a su visión política, sino a aspectos más personales.
También sabemos bastante de sus padres, de su esposa y de su hija.  Son temas que recurrentemente surgen. Pero poco se suele escuchar de sus hermanos y su relación con ellos. Hemos indagado sobre ello para comprender un poco más la personalidad del Libertador, explorando su figura desde una perspectiva personal, familiar.
Lamentablemente, gran parte de la correspondencia que mantuvo durante sus últimos años en Europa habría sido destruida, preservándose particularmente la que se refiere a aspectos políticos y militares. Pero hubo quien se dedicó a investigar. El historiador argentino radicado en Madrid Armando Puente exploró archivos en Francia y en España, pudiendo reconstruir aspectos de la historia relacionada a Don José y sus hermanos. De él hemos tomado buena parte de los datos expuestos aquí.

La de  San Martín era una familia de Militares. El padre, Don Juan de San Martín fue Capitán, asignado a Yapeyú para defender a la zona jesuítica de las invasiones de los bandeirantes portugueses, aquellos pobladores de la zona de la actual San Pablo que se dedicaban a capturar indígenas para venderlos como esclavos a productores, y que a su vez iban expandiendo las fronteras de Brasil. Vemos que ya el padre de José de San Martín fue un defensor de las fronteras y de la población de la región en que hoy vivimos.
Pero vamos a los hermanos.  Fueron cinco. Los tres mayores, María Elena, la única mujer, Manuel Tadeo y Juan Fermín Rafael nacen en la estancia "Calera de Vacas", en el actual Uruguay; y los dos menores, Justo Rufino y José Fráncisco, en Yapeyú.  Como sabemos, en 1781 la familia se traslada a Buenos Aires, y en 1783, cuando José tenía  cinco años, a España, para radicarse en Málaga, último destino militar de Don Juan.
Los cuatro varones seguirían allí la carrera militar y María Elena se casaría con un militar. Era clara la vocación familiar.  Manuel Tadeo, Juan Fermín  y José Francisco ingresaron al ejército entre los 13 y 15 años, y ya muy jóvenes los tres combatieron contra la Primera República Francesa en la Guerra de los Pirineos.
Posteriormente Juan Fermín embarcó en la Real Armada y participó en batalla contra la flota inglesa. A su regreso a España fue destinado a Filipinas como capitán de Caballería, donde llegó a ser gobernador y donde moriría a los 48 años.
También Manuel Tadeo tuvo destacada participación en diversas batallas. Fue Teniente Coronel, Coronel, y llegó a ser gobernador de la Fortaleza de los Pasajes, en San Sebastián. Era también aficionado a la música. Fue el último de los hermanos en morir, en 1851, Soltero.
Justo Rufino no tuvo una trayectoria menos destacada.  Participó en la revuelta popular de Aranjuez, en 1808, contra el Rey Carlos IV, que derivaría en la asunción al trono de Fernando VII, figura conocida por nosotros.  Acompañó a este cuando se dirigía a reunirse con Napoleón. Tuvo un heroico rol en la defensa de Zaragoza del asedio Francés durante los sitios a esa ciudad, defendiéndola heroicamente.
Vemos entonces que los cuatro hermanos fueron partícipes cada uno en importantes acciones militares, y tres de ellos gobernantes en puntos muy alejados del mundo: España, Filipinas y nuestra patria. Observamos similitud en la vocación militar, en el liderazgo, en la defensa de sus ideales y en la férrea lucha por sus objetivos.  Pero hay una diferencia notable entre José y los demás. Ninguno de estos volvió a la tierra en que habían nacido. Nunca regresaron a América, como lo hizo José para liberar a su patria.  Pese a ello, conservó los lazos con todos incluso durante su presencia en América.
Con Manuel Tadeo mantuvo contacto por correspondencia. José lo consideraba un excelente militar y lo invitó a sumarse a su gesta Americana, lo que no pudo concretarse.
Rufino lo esperaba en Europa y compartieron largas temporadas en Bruselas y en París.
Con María Elena también mantuvo frecuente contacto epistolar, y arregló, en 1825, que ella se trasladara a Bruselas a fin de que Merceditas conociera a la tía.  En su testamento, el Libertador legó a su hermana una pensión de "mil francos anuales"  y estableció que a su fallecimiento se continúe pagando a su hija Petronila una pensión.  María Helena falleció en Madrid en 1952, y sus restos se hallan en la Iglesia San Sebastián, en pleno Barrio de Las Letras de la capital española.
Con Juan Fermín no pudo mantener el contacto, por la distancia y la temprana muerte de este en Filipinas. Fue el único de ellos con hijos varones y posiblemente el Libertador nunca haya sabido que este hermano tuvo descendencia. El último de los San Martín falleció en Filipinas en el año 1945, con lo que en la actualidad no habría ya descendientes de José de San Martín o sus hermanos que porten su apellido.
Vemos que José de San Martín, más allá de un estratega, un excelente militar, un hombre que puso todo para la libertad de la tierra en que nació, facetas que ampliamente conocemos, fue un hombre de un alto espíritu fraterno, que fomentó vínculos familiares y fue generoso.  Un hombre grande, como militar, como patriota, como padre y como hermano.

 

Luis Enrique Lichowski
Posadas

 

 

Fuerzas Armadas en Latinoamérica

 

Las fuerzas armadas, así como los medios de comunicación, figuran entre las instituciones más confiables en América Latina, muy por encima de las iglesias, los parlamentos y los partidos políticos, según una encuesta regional de la Flacso.
Un 85% de los latinoamericanos se opone a la abolición de las fuerzas armadas y un 43% deposita su confianza en ellas, nivel sólo superado por los medios de comunicación (59%) y la Presidencia (48%) según el estudio efectuado en 18 países de la región.
"El promedio latinoamericano indica que el 43% deposita su confianza en ellas (las fuerzas armadas)", muestra este primer estudio sobre 'Gobernabilidad y Convivencia Democrática', que consultó a 9.057 personas en la región.
El nivel de confianza hacia las Fuerzas Armadas está ligado, en parte, a la inseguridad, que para un 91% de los consultados es el principal problema, según la Flacso (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales) un centro de estudio intergubernamental que tiene su sede central en San José.
También está relacionado a que un 77% que considera que los militares son profesionales y no deliberantes, por lo que es "nada probable" que haya un golpe de Estado, explicó el secretario general de la Flacso, Francisco Rojas. Como este es el primer estudio de este tipo de esta entidad, no se pueden comparar sus resultados, pero en anteriores sondeos de otras instituciones las fuerzas armadas solían alcanzar altos niveles de desconfianza, en una región que vivió dictaduras militares en los años 70 y 80.
Las iglesias tienen un nivel "medio" de confianza, mientras que los parlamentos y los partidos políticos tienen "muy bajo nivel de confianza", dijo Rojas.Los políticos reciben la peor calificación, "ya que el 86% de la población los considera poco o nada confiables", según el estudio.
Los países donde la percepción de la probabilidad de un golpe de Estado es alta son Paraguay (41%) y Ecuador (39%)" por encima de Honduras (31%) donde hubo uno el año pasado, según el estudio. En contraste, el 93,8% de los chilenos descarta un golpe.
La inseguridad es el mayor problema para más del 90% de los ciudadanos en El Salvador, Perú, Brasil Bolivia, Guatemala, Panamá, Venezuela, Honduras y Costa Rica. La confianza en los partidos es más baja en Argentina, Bolivia y Guatemala (apenas 1%), y el nivel más alto se dio en Uruguay (9,2%).

 

Francisco Jara