El cielo se llenó ayer de colores con la Barrileteada Nacional en el Día de la Donación de Órganos.
La propuesta se realizó en todo el país como una celebración de la vida organizada por trasplantados y sus familiares en todo el país, agradeciendo por más de 10 mil argentinos trasplantados en los últimos diez años.
Quizás eligieron las cometas, por son un canto a la libertad. Porque verlas volar hace pensar en los sueños y en lo mucho que se puede hacer con poco. Porque todos podemos hacerlas y remontarlas, aunque a veces parezca imposible, como todos podemos donar y recibir órganos. O porque remontar barriletes es un juego tan antiguo y universal como la necesidad y la solidaridad humana. O porque, al elevarse, no es difícil pensar que llevan al cielo ruegos y agradecimientos.
Con las propias manos
Muchos de los barriletes que surcaron el cielo ayer, desde la rotonda del Puerto en la costanera, fueron los 250 que repartieron los organizadores, los integrantes de la Asociación Esperanza de Vida, junto con golosinas para los más chicos.
Sin embargo, bastaba mirar al cielo para distinguir las cometas artesanales, fabricadas por expertos como Bernabé Ortega, con papel afiche y tacuaras, en este caso para su nieto Mauricio de tres años. Con los colores rojo y blanco y el nombre de su dueño, el barrilete sumó horas de vuelo con la convocatoria.
Hernán Cabrera integrante por el Ejército Argentino de fuerza de paz de las Naciones Unidas remontó ayer cometas celestes y blancas, hechas por él mismo, una para él y otra para Luis Alberto (9).
Los organizadores, también se ocuparon de hacer volar los barriletes. “Es que muchos papás y mamás no saben o ya se olvidaron cómo se remonta un barrilete”, alcanzó a decir Hugo Natalio Maciel, presidente de la asociación organizadora, momentos antes de ensayar una carrerita para acercar a las nubes el juguete volador. A su alrededor muchas mamás y papás luchaban con marañas de hilos a punto de darse por vencidos.
Curiosamente, ningún vendedor ambulante aprovechó la oportunidad para ganarse unos pesos vendiendo barriletes.
Solidarios ¿con quién?“Me enteré en la escuela y me pareció importante participar”, explicó Andrea quien llevó a sus hijos Camila de tres, Lucas de diez y Bernardo de siete. Como ella, cientos de familias se sumaron a la propuesta aunque no todos, sabían exactamente que la convocatoria tenía como objetivo promover la donación de órganos.
“Me enteré por la tele y vine porque me gusta ayuda a la gente”, explicó Érica, de doce años, mientras tironeaba inútilmente su barrilete que sin embargo se negaba a remontar vuelo. Si bien ella supo decir que está allí porque era importante colaborar, no sabía que se trataba de donar nada menos que los órganos.
“Yo soy donante de órganos y me parece que hay que participar en estas iniciativas”, afirmó con convicción Domingo Ojeda mientras preparaba un barrilete para el vuelo. Domingo llegó a la costanera con gran parte de su familia.
“Mientras venía para acá pensaba en lo importante que es donar los órganos. Pensaba, qué pasaría si fuera mi hijo el que necesita los órganos”, reflexionó Cristina Olivera.
Ella es donante. “Cuando a uno le toca de cerca, valora el gesto de otros. Creo que no hay que esperar para vivir una experiencia de ese tipo para hacerse donante”, dijo.
Y lo más importante de todo, mientras el cielo se cubría de aves fantásticas, en la mesa junto a la carpa de Esperanza de Vida, comenzaba la inscripción de los donantes alegrando con los colores de la generosidad el cielo de los que esperan una posibilidad de seguir viviendo.