Relatos de quien fue docente de alma y esposa de un médico ejemplar

Domingo 27 de febrero de 2005

Nos detenemos en la historia de una mujer que no perdió el coraje de bregar por lo que cree justo y con sus años que ya peinan canas, munidos de sapiencia, se aprestó a dialogar con este matutino. Sin tapujos habló sobre un pasado que le pertenece por interesante para el solar misionero. 
Y desprendiéndose de ella misma destacó los logros alcanzados por Fernando "Ato" Barreyro, un misionero de ley, según destacó.  Es bueno saber qué hicieron nuestros antecesores, es por ello que aclaramos, una vez más, las actitudes de un médico de “los de antes”, o al decir del padre Zini, “de imaguaré”.
El deseo de Concepción “Chiquita” es que con justa razón se imponga el nombre de su marido al hoy Hospital de Niños del Madariaga, sin desmerecer por cierto a otros colegas de la lista. Teniendo en cuenta su trayectoria, como que fue el primero en tramitar para que los niñitos internos tengan una sala propia: con tal motivo se creó la Sala Tercera de Pediatría con 20 camas, y en 1939 Barreyro fue nombrado Jefe del Servicio de Niño, único en el territorio de Misiones.
Luego movió cielo y tierra para conseguir la edificación de un Pabellón de Niños, del que fue nombrado primer director. Además, según refirió su esposa Chichita Bertrán, fue director del hospital Ramón Madariaga.
En cuanto a la vida ciudadana, Barreyro ocupó varios cargos públicos, como el de secretario de Salud Publica municipal; ministro de Bienestar, Salud Publica y Educación de la Provincia. En el orden médico gremial, ocupó por años la presidencia del Círculo Médico de Misiones y desarrolló un activo papel en la construcción del actual edificio de esa entidad.
En el nivel nacional, fue secretario de la Confederación Médica Argentina.
Pero sin  lugar a dudas, su gran amor y objeto de sus más nobles esfuerzos fue la atención de la niñez desamparada en el servicio de pediatría del nosocomio. Cumplió sus funciones específicas en el servicio de pediatría hasta su jubilación, luego de 40 años de servicio.
Fernando Barreyro asistió como invitado, ocho años antes de su muerte, a la inauguración del Hospital de Niños, cuyo nombre estarían por definir a qué facultativo le corresponde por su accionar y desempeño en la medicina.
Para "Ato" nada fue fácil. Las notas iban y venían, viajaba constantemente a Buenos Aires y presentaba sus proyectos, hasta obtener el resultado, palpado a través de los años. En una de tantas notas solicitando un pabellón de niños, daba a conocer “la alarmante manera de morir los niños, que viven librados a la acción exclusiva de sus hogares”. Por eso consideraba indispensable  la protección de la salud.

Agricultura y cooperativismo
Según su nieta María Emilia Gallardo Barreyro, en los últimos años de su vida Ato se dedicó a la producción agrícola en Campo Viera y al cooperativismo, siendo presidente de la cooperativa tealera.
María Emilia no tiene más que palabras de admiración hacia sus abuelos. Comentó que  Chichita siempre fue y es una persona muy activa. Se inició como maestra en la escuela 194 situada en medio del monte, en paraje "El Chatón", entre Picada Flor y Once Vueltas. Allí fue con el permiso de sus padres, Enrique Bertrán y Angélica Tovar, siempre en compañía de su tía abuela, jubilada docente como directora de escuelas del interior. A la "señorita Bertrán" la asignaron a primer grado con 70 alumnos,  en su mayoría hijos de alemanes, rusos y brasileños. Con mucha paciencia y ayuda de su tía abuela, enseñó de todo un poco hasta el castellano.

Aprendió otros idiomas
Concepción Bertrán de Barreyro tuvo la virtud, como tantos docentes, de aprender el idioma del alumnado, además de los gajes del magisterio, cuando ejercía en ese crisol de razas del interior.                   
Luego fue trasladada para ejercer en la escuelita 250 de "Parque Fragueiro", un lugar de esparcimiento con mesitas atendidas por la citada familia. En esos tiempos eran famosas las cabalgatas a ese lugar de abundante vegetación.
Posteriormente cumplió sus tareas docentes por varios años en la escuela 43. Con el tiempo, durante la gobernación de César Napoleón Ayrault (1960-62) , fue nombrada vocal del Consejo General de Educación recientemente organizado. Luego la nombraron presidenta del mismo. Durante  el tiempo de su labor en el Consejo, se preocupó por la situación de los docentes y las escuelas más remotas de la provincia. Durante su presidencia en la institución, junto a sus colaboradores,  crearon establecimientos primarios, secundarios y terciarios, como la Escuela Superior de Enfermería y la Escuela de Bellas Artes de Oberá, que funcionó primero como escuela de artesanía. Pero Chichita recordó que se enseñaban todas las artes. Pero para nuestra entrevistada, quien se emociona al citarlo, su mayor empeño fue crear la Escuela Diferenciada Nº 1 en 1962; tanto que en Misiones fue la única en esa disciplina.  Como no había docentes preparados para desempeñarse en la escuela especial, viajó a Buenos Aires en busca de asesoramiento en cuanto al trato de niños diferentes. Formó un equipo con la ayuda de su marido como pediatra, y la cooperación de una psicopedagoga,  Jalil Cura,  de un psiquiatra,  López Astrada, y una fonoaudióloga, Berta Galián. Se preparó el programa para preparar a los maestros. Este empeño para crear la escuela la llenó de satisfacción, confesó esta mujer ya anciana pero con grandes proyectos,  quien destacó la tarea de enseñar a los niños especiales de los profesionales. Expresó que el día de la inauguración del establecimiento sintió la alegría de quienes la secundaron.
Más tarde fue nombrada directora general de Promoción y Asistencia a la Comunidad .Trabajó con fervor, más aún en tiempos de inundaciones, en la confección de programas  de casas  económicas, en las villas miserias y en especial en apoyo de los aborígenes.
En su condición de ser profundamente católica, formó parte de la comisión de recepción del primer obispo de Posadas, monseñor Jorge Kemerer. Colaboró con el padre Francisco Wesling en la creación de escuelas parroquiales, en la época en que estaba en el Consejo de Educación. E n el año 1973, por pedido de Kemerer y la señora de Soto, fundó la Liga de Madres de Familia. Desde su creación hasta 1982, ejerció como presidenta de la comisión diocesana de la misma, y luego ocupó otros cargos. Actualmente es vocal de la Liga.

Una vida de servicio
El doctor Fernando “Ato” Barreyro es hijo del doctor  Héctor Bareyro y Juana Acuña, que llegaron de Alvear, Corrientes, en 1883. Se recibió de médico en la Capital Federal.
Sus hermanos Santiago, farmacéutico, y Edmundo, médico,  fueron los primeros Barreyro que llegaron a esta ciudad. Santiago abrió la "Farmacia Argentina", sita en Bolívar y San Lorenzo.
Don Héctor Barreyro vivió con su esposa Juana Acuña en Bolívar  casi Rivadavia, donde éste tenía su consultorio, a pocos metros del Mercado Central. Después en el lugar funcionó el Hotel  España y luego la Clínica de Diagnóstico. En un tiempo  el doctor Héctor compartió su consultorio con el doctor Ramón Madariaga, de reconocida labor en su profesión, por lo cual el nosocomio lleva su nombre.
Héctor Barreyro fue tres veces gobernador del territorio por el partido radical (1917-20-22-29), intendente de Posadas, fundador de pueblos y colonias de  Leandro N. Alem (1926), Oberá (1927), lugar  donde eligió para vivir  la última etapa de su vida. Falleció en 1948.
Según manifestó Concepción, ejerció una buena gobernación y fomentó la inmigración y la creación de rutas.  La madre de Héctor, Juana Acuña, era hija de Ángel Acuña y Práxeres  Soto. Vivían en una casona ubicada en el lugar donde hoy está el Montoya. Su hermano Carlos Acuña fue gobernador en el período 1930-35.  Doña Chichita es hija de Enrique Bertrán y Angélica Tovar, quienes vinieron de Santo Tomé, Corrientes. Enrique era maestro mayor de obras y construyó el local del cine Sarmiento. Fue profesor de matemáticas y en varias oportunidades intendente. En cambio su esposa Angélica ejerció la docencia por largos años.  
Enrique Bertrán era hijo de los españoles Patricio Bertrán, médico, y Concepción Carbó. Angélica Tovar era hija de Emilio Tovar, nacido en Zaragoza, España, y de Luciana Ghiglione,  santotomeña. Ésta, a su vez, era  hija de un genovés.  Este último se casó, como se viene contando de generación en generación, con una aborigen guaraní.
Chichita destacó que sus ancestros atestiguaban sobre aquella época de las grandes inmigraciones de diferentes países que venían a la Argentina buscando un futuro mejor.  En cuanto a las apreciaciones de la nieta de Chichita, no cejó en recalcar las virtudes de estos abuelos maternos que dejaron huellas imborrables en el historial misionero.  En cuanto  al actuar de la señora de Barreyro informó que además creó la Escuela Taller Espíritu Santo, destinada a perfeccionar a las mujeres de menores recursos económicos, junto con el apoyo del padre  redentorista Ricardo Beter.
“Con él, explicó, armamos la escuela en tres turnos. Se les enseñaba a leer y escribir y un oficio, clases de cocina económica y saludable. Costura y arreglo de ropas. Un hecho destacable  fue cuando  un 9 de Julio las alumnas desfilaron con el uniforme que ellas mismas habían confeccionado y elegido el modelo”, recordó Chichita.
Esta abuela disfrutaba cuando la gente estaba bien de salud y económicamente.

Mercedes “Mecha” Villlalba