Nadie discute que la Ley 26.206 que dispuso hace diez años la obligatoriedad en todo el país de la escuela secundaria, que hasta ese entonces sólo regía para la primaria, fue una medida adecuada para traer a los jóvenes a las aulas. Lo que hoy discuten los especialistas en educación es qué se les enseñó a esos nuevos alumnos durante los últimos años. Y en ese debate surge la tensión entre los que opinan que lo fundamental es la inclusión y los que sostienen que sólo incluyendo no alcanza si no se logra calidad educativa.
Juan María Segura es experto en innovación educativa con títulos de posgrado en el país y en el extranjero. Es autor de varios libros dedicados a pensar qué se puede hacer para mejorar la educación argentina y pertenece al grupo de los que opinan que no basta con tener a los jóvenes dentro de escuela secundaria si no se aprovecha ese tiempo para formarlos en las necesidades del mundo que se viene.
El Territorio dialogó con Segura para conocer su evaluación sobre estos primeros diez años de vigencia de la ley que amplió la obligatoriedad desde la sala de 5 años hasta la finalización del nivel secundario y que define al servicio educativo y al conocimiento como un bien público, un derecho personal y social de todas las personas, que debe ser garantizado por el Estado.
“El texto y el diseño de la Ley 26.206 sancionada en el año 2006 están fuera de debate porque se trata de una buena normativa. El inconveniente se da con la aplicación concreta de esa legislación, que fue diferente en todo el país y que no logró superar la tensión de inclusión versus calidad, dando mucho más sentido a lo primero que a lo segundo”, explicó Segura.
Desde su punto de vista lo positivo fue colocar a la educación como tema fundamental de la agenda tanto de la clase dirigente como de la sociedad en general. “Antes los padres mandaban a sus hijos al colegio y allí se terminaba el rol de la familia. En cambio ahora, a pesar de los múltiples conflictos escolares, las familias sienten que lo que pasa en las aulas también les compete a ellos y los padres se involucran más en la educación de sus hijos”.
Seguidamente dijo que “la legislación fue acertada y lo que se debe mejorar es la práctica de ese marco normativo para lograr que la escuela secundaria no sea solamente un lugar de contención para que los pibes no estén en las calles, sino un lugar que despierte las ganas de los jóvenes en aprender y en capacitarse para lograr herramientas de desarrollo personal”.
Según el experto en educación “la aplicación práctica de la ley logró la inclusión a costa de dejar de lado la calidad del servicio educativo. La idea que hoy prima es que los chicos no deben repetir, que los contenidos se deben adecuar a lo que los alumnos pueden lograr y las normas también se fueron flexibilizando al extremo de que en muchas aulas prácticamente no hay respeto a la autoridad del docente y directivos”.
Segura dijo que “en los últimos diez años la escuela secundaria, en mayor grado la de gestión pública que las privadas, se fueron convirtiendo en espacios de políticas sociales, donde la educación fue migrando su función de ser una camino en el que el Estado alentaba el aprendizaje de los alumnos a una especie de guardería, donde se trata que los chicos estén abrigados, alimentados y alejados de los vicios y peligros de la calle”.
Consultado sobre si ese cambio de rol de la escuela secundaria se dio con más fuerza en algunos años de esta última década, desde la sanción de la ley, Segura dijo que “fue un proceso gradual que se incrementó fuertemente en los últimos cinco años, es decir desde el 2.011 al presente”.
En ese sentido, según Segura “la realidad actual es que el docente o el directivo escolar perdió por completo el control del espacio de aprendizaje que significa la escuela, para dar lugar a un escenario diferente donde lo que prima es la idea de facilitar lo más que se pueda todo el proceso educativo, para lograr que los alumnos pasen al siguiente nivel; y no importa si lo hace aprendiendo lo mínimo indispensable o no, porque el objetivo es que todos pasen de año”.
Evitar la repitencia
El entrevistado que suele recorrer escuelas de todo el país para dictar talleres a docentes y alumnos comentó que en más de una oportunidad se encontró con educadores que le plantearon que la idea que domina hoy las escuelas es hacer que los chicos pasen de grado o de año y evitar la repitencia a toda costa. “He visto resoluciones escritas firmadas por inspectores de escuela que dicen ‘dado que por los paros de los últimos 25 días los alumnos no pudieron asistir a clases dese por aprobado el contenido curricular’”, confió Segura.
Según el especialista, la misma situación se da también con el tema de las faltas. “Está bien que se ayude a los alumnos a permanecer en la escuela, pero resulta fundamental hacerles entender por qué y para qué deben estar en ese lugar, y es ese el punto que aún no se está cumpliendo de la ley de educación nacional”.
Además Segura advirtió que “a pesar de la extrema flexibilidad de la educación secundaria, tampoco se logró con ello bajar la deserción escolar la sobreedad y el bajo porcentaje de alumnos que efectivamente terminan todo el ciclo de educación media”.
“En la vieja escuela secundaria ya había un indicador que señalaba a los 15 años como la edad en la que mayormente los estudiantes abandonaban la escuela y eso aún no pudo superarse a pesar de la Ley 26.206”, dijo el entrevistado.
Luego agregó que “esa realidad desmitifica la idea de los que creen que sólo alcanza con la inclusión de tener a todos los pibes en las aulas y que con eso es suficiente por lo menos para alejarlos de la droga o de otros peligros callejeros. Porque a pesar de la poca exigencia escolar y del ablandamiento normativo, los chicos siguen abandonando sus estudios principalmente entre los 15 y los 16 años ”.
Segura dijo que de acuerdo a las estadísticas del Ministerio de Educación de la Nación, en todo el país ingresan al primer grado de la escuela primaria cerca de 830.000 niños, que en su gran mayoría termina el ciclo primario donde hay felizmente casi cero de deserción o abandono escolar”.
Seguidamente explicó que el gran cuello de botella se da en la escuela secundaria, a la que ingresa esa población, pero de la que solamente egresan con el título en mano cerca de 300.000 estudiantes, lo que significa que sólo terminan el nivel medio, menos de la mitad de los que lo empiezan”.
Se aburren en la escuela
Consultado sobre si la deserción escolar está directamente relacionada con la necesidad de ese chico de salir a trabajar, Segura dijo que “ese es otro gran mito. Los chicos dejan el secundario porque se aburren en las aulas. Sienten que lo que allí se les enseña no les sirve afuera de la escuela. Y en gran medida lamentablemente tienen razón, porque la escuela secundaria argentina aún no logró entender y enseñar lo que van a necesitar los trabajadores del año 2.030”.
Segura explicó que la deserción escolar, que tiene su pico máximo cuando los alumnos llegan a los 15 años, es una problemática no sólo de Argentina, sino de la mayoría de los países de Latinoamérica.
En ese contexto dijo que “el 40% de los alumnos que dejan el nivel secundario lo hacen porque creen que no les sirve lo que allí les enseñan y porque se aburren en la escuela”.
Consultado sobre qué se puede hacer para evitar ese éxodo de estudiantes, resaltó que “hay que revolucionar las aulas, cambiar el enfoque de lo que allí se enseña y eso no lo hace un ministro y tampoco una ley. Porque pasa por un cambio cultural que comprenda lo que es necesario estudiar hoy para el mañana”.
En ese sentido subrayó que “hay que volver a enamorar a los estudiantes con las escuelas, pero no como lugares de contención, sino como espacios de aprendizajes por proyectos, donde los alumnos puedan relacionar contenidos de todas las materias. Donde la enseñanza sea abarcativa e integradora y no de cada materia como un espacio cerrado”.
Segura comparó que ese estilo de aprendizaje por proyectos “se parece mucho a lo que sucede en la vida real fuera de la escuela, cuando uno en cualquier oficio o profesión trata de entender el todo a partir de las relaciones de cada una de sus partes”.
Finalmente defendió la idea de las evaluaciones tanto a alumnos como a docentes “porque es necesario tener un buen diagnóstico de dónde estamos parados para poder caminar a futuro” y también explicó que “la actualización de contenidos es una tarea constante, que no se puede hacer cada 10 o 20 años, porque la vida de la actualidad cambia aceleradamente y la escuela necesita adaptarse a ese ritmo”.
Tips para no ser analfabetos del futuro
Todas los trabajos van a estar mediatizados por la tecnología, por lo tanto la educación debe profundizar el uso y la validación de esas herramientas.
El emprendedorismo será la principal fuente de trabajo. Ya no habrá que recibirse para entrar a ser parte del personal de una empresa. Sino que los egresados serán los emprendedores de sus propios proyectos laborales.
La educación debe lograr que los estudiantes identifiquen lo antes posible las áreas de estudio que más les interesan para fomentarlos en ese camino. El concepto de felicidad debe ser parte de la vida escolar y laboral.
La cuarta revolución de la que habla el Foro Económico Mundial incluye temáticas que deben ser parte de la escuela secundaria como por ejemplo cuestiones de inteligencia artificial, impresión 3D, almacenamiento de energía y la internet de las cosas.
Educación en línea, aprendizaje basado en proyectos, metas por establecimiento educativo, municipalización de la gestión de la escuela, integración al sistema de otras instituciones no formales de educación como museos o bibliotecas, programas de becas, aprendizajes personalizados y rol de las tecnologías de la información en el marco de conceptualizaciones sobre neurociencia, robótica y sensibilización cultural y medioambiental.
Por Daniela Cortés
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