Su imagen también pasó a la eternidad

Miércoles 31 de agosto de 2011

Con 78 años y tras una lucha contra su tercer accidente cerebro vascular (ACV), ayer falleció el querido fotógrafo posadeño Miguel Ángel Cabral.
Murió a las 6.15 en Hospital Ramón Madariaga. Fue velado en la sala Caramuto y luego sepultado en el Parque Tierra de Paz.
Declarado Ciudadano Ilustre en 2006, Cabral tomó y compiló invaluables imágenes de las ciudades y sus habitantes durante el siglo pasado.

“Estuvo internado 23 días, con excelente atención”, contó Alicia Cabral, la hija mayor del fotógrafo. “Las 24 horas estuvieron pendientes de él. Inclusive en la madrugada del domingo casi se fue pero lo resucitaron otra vez. Aguantó lo que le dio el corazón”, detalló Alicia.
La salud de Cabral se vio notablemente desmejorada hace unos tres años. En los últimos meses padeció tres ACV y el último terminó por apagar su vida.
“Todos somos parte del paisaje; vivimos y cambiamos junto con él”, dijo con sabiduría Cabral en la última entrevista que brindó a El Territorio en 2008.
Por entonces su memoria estaba parcialmente perdudicada. Padecía Mal de parkinson, una enfermedad que lo afectó desde sus 40 años.
Sin embargo, Cabral no abandonó su tarea fotográfica, reconocida por haber reunido miles de ejemplares que retrataron la Capital misionera.
Cabral era un epígrafe vivo de cada imagen que tomaba. Daba cátedra de los lugares emblemáticos, aquellos que desaparecieron con el tiempo o que trazaron un cambio significativo con el progreso: El puerto, el Parque Japonés, las primeras Fiestas del Inmigrante o del Litoral; los desfiles iniciáticos de la Estudiantina son algunos de los espacios inmortalizados con su cámara.
“Él nació en 1934. Pero hay fotos de 1890 de la ciudad. Él era historiador y coleccionó las fotos. Trabajó desde los 10 años, como secretario de un funcionario en Casa de Gobierno. Le revelaba las fotos y de los 14 años fue fotógrafo de Casa de Gobierno. De ahí no largó más la cámara”, apuntó Alicia, quien durante un buen tiempo heredó la profesión de su padre.  
“Neneco”, lo llamaban sus familiares, quienes ayer recordaron con gran cariño sus anécdotas, colmadas de carisma. “Era el fotógrafo de los pobres y los ricos”, comentaban ayer sobre Neneco.
Es que Cabral disparaba sus flashes en cumpleaños de niños de la villa o asistía convocado para trabajar con las clases más altas de Posadas. No hacía distinciones. Vivía de la fotografía, pero no tenía reparos en regalar gentilmente sus imágenes, reveladas en su propio cuarto oscuro.
La casa de toda su vida se encuentra en la Bajada Vieja, un lugar que sus familiares desean que se declare Patrimonio Histórico para así exhibir permanentemente al público las fotografías de Cabral. Luego de erigirse como un rancho en la zona, ese hogar fue el primero en construirse con material. La casa de la Bajada Vieja cobijó a cinco generaciones de los Cabral. La geografía de un barrio que inspiró a poetas y músicos será difícil ahora con la ausencia física de Cabral.
Neneco vivía con su hermana Amelia (84), quien hasta ayer al mediodía aún no le habían contado la triste noticia. Debido a que su esposa falleciera muy joven, Cabral crió a sus cuatro hijos con Amelia. Ella fue la única mujer entre hermanos y nunca tomó otro rol que el de madre sustituta. Cabral tuvo cuatro hijos.
Soy “socialero”, decía él al definirse en su tendencia como fotógrafo. Cabral fue distinguido como ciudadano ilustre por la Municipalidad de Posadas el 21 de diciembre de 2006, por iniciativa de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones.
Su aporte como investigador e historiador le valió un lugar importante en cada retrospectiva pintoresca de la ciudad.
Así aportó ejemplares valiosísimos para la cultura posadeña.
Fue miembro de la Junta de Estudios Históricos pero también ejerció como maestro rural en el Interior de la provincia.
Colaboró durante muchos años con El Territorio cediendo gentilmente sus fotografías y tal fue el amor por el oficio, que decidió dejar a un lado su tarea docente que había iniciado a los 18 años en una escuela de Picada Belgrano y en la Nº 154 de Posadas.
Durante muchos años fue fotógrafo de la Casa de Gobierno. “Recorrí toda la provincia para visitar cada localidad y participar de los actos patrios”, recordó entrevistado por este diario. Cabral fue militante peronista y por sus ideas fue perseguido por el poder de turno. “En 1955 nos echaron a todos porque éramos peronistas y entonces me tuve que ir a Buenos Aires para trabajar en  la Unidad Regional San Martín durante un año”.
El 10 de diciembre de 1972 Don Cabral concurrió a un acto político en la Sede del Partido Justicialista. En el momento en que el candidato justicialista Francisco Victorino Ripoll dialogaba con Ricardo Gies y periodistas de El Territorio, un hombre armado irrumpió de la multitud y mascullando improperios disparó tres tiros hacia Ripoll y luego del asesinato, se entregó a la Justicia.
Cabral documentó toda la secuencia con reflejo y habilidad pese a lo inesperado del hecho y este diario las publicó por su cesión en un suplemento especial de la fecha.
En la memoria de miles de posadeños quedará inmortalizado el buen humor de Cabral, un hombre que a pie o en moto aparecía bien vestido y que con cámara en mano, iba al encuentro de los vecinos, siempre a la búsqueda de una sonrisa para retratar.

 

 

Con la fotografía desde los diez años

Miguel Ángel Cabral nació en 1934. Fue hijo de don Sixto Cabral y de María Duarte. Su padre trabajó durante como capataz general del Puerto y a Doña María se la conocía como La madre de la Bajada Vieja, porque cuidaba a todos los niños del barrio. Miguel Ángel vivió desde siempre en su casa de Bajada Vieja. De niño, hizo la primaria en la Escuela Nº 3, “Domingo Faustino Sarmiento”. La secundaria la cursó en la Normal Mixta y allí se recibió de maestro rural. Pero su amor por la fotografía comenzó a los diez años, como ayudante de don Genaro en Casa de Gobierno. Allí comenzó a trabajar como fotógrafo a los catorce años. Cuando en 1955 lo hecharon de Casa de Gobierno partió a Buenos Aires y a su regreso decidió trabajar independientemente con su cámara.