“Hay una obligación con la historia y la identidad”

Domingo 7 de octubre de 2012
Su reciente creación. | La batalla de Mbororé, para el Simposio de esculturas.
(Corresponsalía). Orlando “Canchi” Quintana (56) es un escultor que cosechó decenas de premios nacionales e internacionales. Reconocido por su defensa de los intereses naturales, su lucha por la identidad de los pueblos misioneros y porque el arte se impregne en las comunidades. Su último logro es el máximo galardón en el Primer Simposio de Escultura del Mercosur que finalizó en septiembre, en Posadas, entre decenas de artistas de distintas latitudes y con su obra que rememora la batalla de Mbororé. Tiene esculpido el alfabeto braile, por lo que todos los no videntes pudieron “tocar, sentir y ser parte del arte”, dijo Quintana.
Su permanente trabajo con y por los jóvenes desde el arte y los años frente a la docencia lo ponen en una visión crítica de cómo el arte puede influir y servir de la tan mentada inclusión y contención social.

¿Cuándo empezó con esta afición por la escultura?
Con la curiosidad de las formas, coleccionado piedritas e insectos desde muy pequeño, hasta que llegó la hora de decidir qué estudiar. Y no tenía ninguna duda.

¿Cuál fue el trabajo que considera la bisagra de su carrera?
 En 1986 ya participaba de encuentros de escultura en Misiones y fue cuando Miguel “Miki” Gartner, sin decirme nada, tomó una foto y me inscribió en un encuentro de escultura en Chaco, donde recibí la mención especial del jurado. Fue mi puntapié inicial. Por eso siempre soy un agradecido a él y su empresa Envasando, que siempre sin figurar en ningún lado y sin que nadie sepa están atrás de lo que necesitaba y necesito.

¿Cómo visualiza  a Alem respecto al arte y la escultura?
Siempre anhelé que mi ciudad tenga un museo y con el encuentro de escultura en madera fue una oportunidad. Eso se manifestó, por ejemplo, en las palabras de Eduardo Ledante en el simposio del Mercosur, que reconoció a esta ciudad como el ícono que hemos sido a nivel nacional e internacional.

¿Cómo se hace para que los pueblos se involucren en las actividades artísticas?
Pasa por los precursores o la iniciativa de algún vecino o la gente, siempre hay una necesidad oculta en las sociedades y hay que llevarlo de lo invisible a la visible. Es el compromiso que debe tener todo artista, ciudadano o docente con su comunidad, pero siempre con la parte fundamental que es que tiene que acompañar el dirigente de turno que lamentablemente y por lo general, hace lo que le gusta a él. Es ahí donde la cultura se mezcla en lo que es realmente significante para un pueblo, que no y qué es lo que podría ser.

¿Quiere decir que no se puede dirigir nada en las manifestaciones artísticas?
No podemos inculcar un arte que la gente no quiere. Lo que requiere la cultura es una libertad de producir lo que uno siente como identidad a través de la expresión con cualquier área, que puede ser pintura, poesía, escultura, música. Lo importante es que se compenetre el ser ciudadano con el ser social, guste o no, porque la obligación es con la historia y la identidad.

¿Y esa identidad cómo se logra?

La identidad pasa por una construcción permanente de tradición y cultura. Nosotros tenemos una cuna histórica de guaraníes con inmigrantes. Por eso lo de mi obra en la costanera de Posadas, para reivindicar una batalla como Mbororé, que ha sido la llave de nuestra soberanía, donde ni siquiera estaba Andresito, pero como no es “marketinera” casi ni es recordada. Pero lo que pasó en Mbororé es nuestra identidad, es lo que marcó la bisagra para que los bandeirantes no invadan nuestro territorio y no es menor.

¿Estamos creciendo o decreciendo en arte?
Creo que no es cantidad. Debemos volver a colocar esa utopía en el pueblo, lo importante es llegar a la identidad propia y sentirse seguro de que lo que se está haciendo va construyendo la identidad propia. O sea, tenemos que crecer en nuestra identidad entendiendo a la misma como lo ecológico, con el agua, la tierra, la energía, todo es identidad.

¿Cómo ve a los jóvenes respecto al arte hoy?
Los jóvenes siempre son un tema de los adultos, pero tenemos que darnos cuenta que les debemos más participación y entender de las nuevas cosas que se vienen, como la tecnología, los nuevos códigos y que tenemos que acompañar. Creo que esa es la parte difícil que no se entiende: el saber acompañar, que no es otra cosa que trabajar con el otro, con el docente y el alumno. El problema es que los jóvenes están en otro tiempo. Vale decir: siempre se habla de los jóvenes, pero el problema es el espacio de conocimiento y reflexión para ellos, permitirles sus espacios.

¿Dónde cree que se perdió la conexión con la juventud?
El adulto se ha olvidado de la familia y de los valores, que siguen existiendo. No se fueron a ningún lado, pero el tema es cómo los insertamos en esta nueva escalada social a través de los medios y es como que hay un gran miedo dentro de este proceso. Pero la tecnología te permite la imagen, entonces es como que el imaginarse ya no existe. Está apareciendo una nueva expresión artística dentro de la tecnología.


El perfil
Canchi Quintana
Docente de la Escuela Normal. Egresado en la Facultad De Artes de Oberá. Gestor y propulsor del Encuentro Nacional De Escultura en madera en Alem que dejó a la ciudad con un rico patrimonio cultural y tiene en su historia el sabor amargo de no poder “hacer entender a las autoridades” el significado de la misma. Ganó el primer premio de escultura en piedra en Mar del Plata con su obra “San Ignacio Miní”. Fue tercer premio (1995) en San Cándido, Italia, y se alzó con el primer premio en el concurso de escultura en nieve en Valloire, Francia en 1999 y 2000. Mención especial por su obra “Mi pueblo no tiene la culpa" en la IV cumbre de las Américas en Mar del Plata (2005). Embajador cultural de (1999) y Ciudadano Ilustre (2010) en Alem. Creó el Guacurarí en mármol en Villa Allende, Córdoba y el “Homenaje a los héroes de Malvinas” de Posadas.