La cultura de la pastilla

Domingo 18 de noviembre de 2012

Quiere dejarlas. No es fácil. De a poco, va creando una dependencia física y psicológica. Marcos tiene 32 años, está terminando la carrera de Abogacía en los horarios que puede, ya que de lunes a sábado trabaja en un estudio jurídico. La idea es adquirir experiencia. El reloj es ingrato. Entre papeles, libros y borradores, Marcos no hace tiempo ni siquiera para una caminata. Ni hablar de comer sano y tranquilo.
Llega la noche y su mente es una montaña rusa. Su cuerpo le pide paz pero el cerebro ofrece resistencia. Entonces la única manera de conciliar el sueño es con la pastilla salvadora. Esa que el médico le recetó para situaciones excepcionales, pero él la incluyó en su cotidianeidad.
Marcos es uno de los tantos que integra la generación pastilla. Hombres y mujeres, por lo general jóvenes que se medican con ansiolíticos y/o antidepresivos, por nombrar algunos.

El Territorio relevó las voces de los especialistas de la salud que advierten sobre este fenómeno y las consecuencias a largo plazo que pueden acarrear las pastillas. El denominador común entre los consultados es que las dolencias que requieren dicha medicación son típicas del mundo urbano. Estrés, insomnio, trastornos de sueño, depresión, etcétera, son enfermedades de la ciudad.
“Esto se da porque la gente cree en lo mágico. Siempre creyó en lo mágico el ser humano, antes los payeseros, los que hacían de médico en las tribus. Y en la actualidad la gente cree que con una pastilla soluciona sus problemas mentales y físicos. Sino basta con pararse en una farmacia y ver las cosas que se compran: anti-inflamatorio, algo para el sueño, algunas vitaminas, algo que les levante el ánimo y algo que les haga dormir. Se han medicalizado las situaciones comunes de la vida” argumenta Luis Flores, presidente del Colegio Médico de Misiones (ver página 6).
“La ingesta de estas pastillas pueden tapar alguna enfermedad y el médico se ve imposibilitado de realizar un diagnóstico”, menciona Flores como uno de los riesgos.
Por su parte, el psiquiatra Raúl Colombo advirtió que la masividad del consumo de sedantes es cosa seria y apuntó a la facilidad del acceso para la automedicación y a los médicos.
“La mayoría de los cuadros en que la persona toma por insomnio tienen que ver con una depresión encubierta, si el médico receta ansiolíticos no está tratando el problema y en un caso extremo la persona puede llegar a atentar contra su vida”.
Y analizó que “el médico tiene que tomar conciencia, es importante hacer el diágnostico, tal vez medicar para calmar la angustia,  pero después derivar a un especialista psiquiatra, psicólogo, para que pueda hacer un seguimiento correcto y que la persona no quede medicada de forma crónica con esta clase de drogas, porque no es lo correcto”.
Ponderó que “felizmente hay cada vez más médicos que toman en cuenta la salud mental y que derivan al especialista; si bien la psiquiatría sigue siendo un tabú, eso está cambiando porque sin un tratamiento adecuado la gente llega al consultorio con 10 o 15 años de sufrimiento, con insomnio con dolores crónicos, con dolores musculares, molestias generales y son los ‘maratonistas de médicos’ porque recorrieron todos los consultorios y no le encuentran nada, hasta van al curandero y de última van al psicólogo o al psiquiatra”.
La época del año también influye, de alguna manera, en que esta tendencia a tomar pastillas se haga más evidente.
La finalización del ciclo supone una instancia de balances, en la cual se evalúan estrictamente los resultados más que el esfuerzo. En ese sentido, Natalia Rodríguez, presidente del Colegio de Farmacéuticos de Misiones, hizo hincapié en que en estos meses se impone la venta de vitaminas o suplementos vitamínicos (ver página 9).
Desde el Ministerio de Salud de la Nación, Erika Grinblat,  gerente de Logística y Gestión de Medicamentos del Programa Remediar, afirmó: “Está claro que vivimos en una sociedad medicalizada, donde se cree que una pastilla puede solucionarnos cualquier problema en forma casi instantánea” (ver página 8).
Por su parte, el Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos advirtió que ocho de cada diez mayores de 18 años se automedica.
“Esta conducta de que la persona decida qué es lo que tiene que tomar sin consultar a un medico, creció abrumadoramente en los últimos diez años en nuestro país” explicó a El Territorio el doctor Daniel Calvo,  secretario de prensa de dicho sindicato (ver página 8).
Asimismo, una encuesta realizada por este matutino a diferentes farmacias de Posadas, lanzó un dato no menos interesante: Las personas requieren cada vez con más frecuencia energizantes.
Y si bien se acentúa en la temporada de las fiestas de fin de año, desde las farmacias confirman que los ansiolíticos y tranquilizantes son pedidos durante todo el año.
“Hay un aumento en la compra de psicotrópicos y antidepresivos que antes no se utilizaban tanto, o por lo menos no se consumía con los niveles de hoy y en gente cada vez más joven”, afirmaron desde las farmacias del centro posadeño.
Hay quienes incursionaron en la solución mágica, como lo definió el médico Flores, y desertaron de ese camino por las alteraciones que causaba al cuerpo.
“Los médicos me remarcaron la importancia de la dieta y el ejercicio físico siempre. Y me explicaron que los medicamentos eran paliativos para algunos días y en dosis muy leves, hasta que encuentre un equilibrio para descansar mejor”, comenta Julián, que durante un par de años ingirió diferentes medicamentos para dormir y manejar su estrés. Tiempo después, entendió que el secreto estaba en sí mismo, no en la píldora (ver página 5).


Cuando el remedio se transforma en un problema para el paciente

POSADAS. “En un primer momento por nervios y por estrés comencé con clonazepam en la dosis mínima. Probé también por receta de otro médico una droga llamada diazepam y me cayó mal, creo que la dosis fue exagerada, me sentí muy flojo y después de unas horas me puse muy nervioso. Probé sólo una pastilla y nunca más lo tomé”, comenta Julián (35) sobre su incursión en el mundo de las pastillas.
Su experiencia dejó dos resultados, podría decirse, uno negativo y otro positivo. Por un lado, los diferentes medicamentos que ingirió, siempre recetados, causaron algún efecto en su cuerpo. Por otro, los médicos le advirtieron que los fármacos son sólo paliativos, dado que la fórmula está en la dieta y el ejercicio físico.
“Otro doctor me recetó otra droga similar Alprazolam (digest) también en dosis mínima. Como el principal problema que tenía era mucho estrés, después de unas semanas decidí dejar de tomarlas porque me generaban problemas musculares (me quedaba con el cuello rígido). Después de varios meses en una consulta médica a un cardiólogo pedí puntualmente algo para dormir, ahí me recetó otra droga (Zolpidem) que es un hipnótico, te da mucho sueño a la media hora de tomarlo. Pero después de un tiempo también le encontré el lado negativo de rigidez muscular” comentó Julián.
“Lo último que tomé fue nuevamente el Alplax digest, que lo considero muy suave y casi no me provoca ningún síntoma desagradable, sí lo tomo excepcionalmente. Muy de vez en cuando lo tomo cuando necesito dormir antes de alguna fecha importante” señaló y agregó, a modo de reflexión: “Me di cuenta que lo mejor es hacer un intenso ejercicio físico por las mañanas, con esto todavía estoy en deuda. Pero aprendí a manejar mejor mi estrés y ya casi no tengo problemas para dormirme, hoy al menos ya no siento la necesidad de tomar una pastilla para poder dormirme”.
“Los médicos me remarcaron la importancia de la dieta y el ejercicio físico siempre. Me explicaron que los medicamentos eran paliativos para algunos días y en dosis muy leves,  hasta que encuentre un equilibrio para descansar mejor”.

“Para no sentirse superada”
“Hace un año y medio fui mamá por segunda vez. Como toda mamá moderna, me reintegré al trabajo. Las noches sin dormir, el cansancio generalizado, el amamantar, la presión laboral hicieron que en un momento viva contracturada. Parece que a la mañana me levantaba más cansada de lo que me acostaba. Vivía bostezando, me dormía en los colectivos. No disfrutaba de mis niñas”.
“Todos me decían que eso era ser madre, y por ende, no quejarse nunca”, comienza a contar Verónica (32), de cómo comenzó con los miorrelajantes.
“Un día, en mi consulta de rigor con la ginecóloga, me preguntó porqué tenía esa cara y le dije que vivía contracturada, cansada, y supuse que me mandaría a un kinesiólogo, o salir a hacer gimnasia, o algo así. Pero no, me recetó un miorrelajante. Le dije que no necesitaba algo para dormir, porque no tengo problemas en conciliar el sueño, sino que algo para descansar, en todo caso. Y me dijo que era puntualmente para eso, y que no me iba a dar sueño. Ella sabía que yo amamantaba y la vida que llevaba. Y me sugirió que cuando ando muy ‘loca’ tome dos o tres días, y luego deje. También le dije que no quería vivir tomando pastillas, y ella me dijo que no era necesario, porque esta medicación era sólo para los días en que sentía que todo me superaba”, comentó.



"La automedicación con ansiolítico es la droga de la que más se abusa"
El psiquiatra Raúl Colombo y el presidente del Colegio Médico, Luis Flores, mostraron preocupación por esta tendencia en alza

POSADAS. El uso de ansiolíticos se da a edades cada vez más tempranas, un fenómeno que se corrobora en los consultorios, y que produce una preocupación entre  los médicos que llaman la atención sobre el desconocimiento por parte de la población de los efectos nocivos que causan en el organismo a corto, mediano y en el largo plazo.
Consultados por El Territorio, el psiquiatra Raúl Colombo y el presidente del Colegio Médico de Misiones, Luis Flores, charlaron acerca de esta tendencia que tiene sus efectos en la salud mental.
Flores analizó que con “una pastilla la gente cree que soluciona sus problemas, entonces se han medicalizado las situaciones comunes de la vida”.
Colombo entiende que los médicos no deben olvidar “la recomendación de hábitos saludables, realizar actividad física es tan esencial que hay estudiosos que aseguran que se puede dejar de tomar una medicina con los progresos que se logran mediante el ejercicio físico”.

Historia de una expansión
El psiquiatra Colombo refirió que desde siempre se utilizaron drogas conocidas como sedantes o tranquilizantes, sin embargo apuntó que en los últimos 15 años el estrés, considerada la enfermedad de las ciudades desarrolladas, comenzó a adentrarse con fuerza en los países subdesarrollados y generó la expansión de su uso.
“Antes se utilizaban barbitúricos u otros medicamentos altamente peligrosos en sobredosis, actualmente hay un grupo de medicamentos que es utilizado casi masivamente”.
Para el médico, el impacto del consumo, el avance de la tecnología y la disolución de las familias serían algunos de los factores que inciden en el aumento de los trastornos de la salud mental.
Consideró que es importante superar los tabúes acerca de la psiquiatría y trabajar en colaboración entre especialistas de las distintas ramas de la medicina para el abordaje integral del paciente. 
“Si hablamos de cuáles son las patologías que más aumentaron en salud mental, se da un mayor números de casos de depresión y trastornos de ansiedad; están los trastornos psicóticos que se producen por estrés y pueden ser de tipo transitorio y también los trastornos de ansiedad inducidos por el consumo de drogas de abuso como cocaína, marihuana, alucinógenos”.
De estas perturbaciones que se manifiestan con diferentes síntomas, el médico indicó que “la automedicación con ansiolítico es la droga  que más se abusa y a edades cada vez más tempranas”.
Acerca del uso y abuso de los ansiolíticos, Colombó explicó que “es clásico que el paciente que consume un ansiolítico haya comenzado yendo a un médico clínico por un tema como el insomnio, el paciente le manifiesta al médico que no duerme, que se siente nervioso y ansioso, que le sube la presión, que le agarran palpitaciones y dolores en el pecho. Y a partir de algunos síntomas muy superficiales, lamentablemente se empieza a medicar con ansiolíticos, eso es un gran  error”, marcó.
Con la receta en la mano, el especialista advierte que se consuma el primer paso que puede devenir en el corto tiempo en una dependencia a las pastillas.
“En el 90 por ciento de los casos en que se prescribe ansiolíticos en el consultorio clínico, se está frente a un cuadro de depresión o trastornos de ansiedad, pero al no arribar a un diagnóstico adecuado se recetan estos medicamentos y el peor error que se puede cometer ante estos cuadros es suministrar ansiolíticos o tranquilizantes menores”.
Precisó que lo correcto es hacer primero, un buen diagnóstico “la mayoría de las personas que consultan por falta de sueño o nerviosismo están con un trastorno de ansiedad o depresión y hay que delimitar que hay diez diferentes tipos de trastornos de ansiedad y 20 clases de depresión”.
Por lo que reiteró “el peor error es medicar con las famosas clonazepam, bromazepam, diazepam. Pasa que ya no se hizo un diagnóstico certero y al prescribir estas medicaciones muy adictivas, lo que puede pasar -y es muy frecuente que pase- es que el paciente va a hacer tolerancia a esos remedios”.
“Así, si empieza con una dosis mínima, a las dos o tres semanas empieza a necesitar más, ya no duerme, ya no le tranquiliza la dosis que al principio le hacía bien, entonces empieza a necesitar mayor cantidad de dosis, con el tiempo el paciente empieza a subir la dosis porque hay cuadros encubiertos de trastornos de ansiedad o depresión que no son tratados y cinco, diez y hasta quince años después de haber estado tomando ansiolíticos la persona llega al consultorio del especialista, quizás con una demencia senil por haber estado depresivo toda una vida”, advirtió.
Colombo sostuvo que en estos casos se equivoca en dos diagnóstico, lo que afecta la calidad de vida de las personas.
“Si se hubiera hecho un diagnóstico adecuado a tiempo, se hubiera tratado una depresión a tiempo y  si se hubiera tratado la depresión a tiempo, lo más probable es que se hubiera evitado la demencia senil a tiempo, he visto en mi experiencia pacientes en geriatría medicados con ansiolíticos y hay que evitar los ansiolíticos en los pacientes después de los 55 años porque lo que más hace el ansiolítico es deteriorar la memoria”, explicó.

Pastillas desde los 30
Expresó su preocupación por la baja en las edades de inicio del consumo de sedantes, “vemos personas que por las distintas presiones de la vida comienzan a tomar ansiolíticos desde los 30 años y llegan a los 65 años con una pérdida de memoria y con diagnóstico de una enfermedad degenerativa, que por un lado pudo haber sido por factores hereditarios, pero tuvo mucho que ver la depresión no tratada”.
“La depresión ataca el hipocampo, que es el centro de la memoria en el cerebro, y si se suma el alto consumo de ansiolíticos durante mucho tiempo, también afecta al hipocampo y produce una destrucción irreversible de la memoria”, contó.
Y continuó: “Lo ideal es atender a las causas de los trastornos para su tratamiento, lo primero es hacer un diagnóstico correcto, porque si el insomnio o cualquier síntoma psíquico se prolonga por más de dos semanas seguro estamos en presencia de un cuadro crónico”. 
Alertó que en tres años más, los trastornos de la salud mental ocuparán el primer lugar en América Latina y estarán primeras en el mundo para el 2020. 
“La mayoría de las especialidades en medicina se relacionan con la salud mental, por eso es tan importante el tratamiento interdisciplinario y la recomendación de hábitos saludables, realizar actividad física es tan esencial que hay estudiosos que aseguran que se puede dejar de tomar una medicina con los progresos que se logra mediante el ejercicio físico”, afirmó.

Contraindicaciones
Por último profundizó acerca de la importancia de difundir acerca de los efectos adversos de estas medicinas: “La mayoría de las personas consumen ansiolíticos tanto recetados como por automedicación, sin saber realmente las alteraciones que producen a corto y mediano plazo”, sostuvo el médico, y describió que el consumo expone al riesgo de sedación excesiva, alteración en el comportamiento social laboral, alteraciones en la memoria a nivel de consolidación; algunos pacientes tienen reacciones paradojales como desinhibición con conductas agresivas, puede aumentar el insomnio especialmente cuando se acompaña con alcohol, puede producir reacciones de agresividad o crisis psicótica.
“Cuando hay una depresión encubierta, si el medico receta ansiolíticos no está tratando el problema y en un caso extremo la persona puede llegar a atentar contra su vida”, advirtió.
Colombo registró el consumo de ansiolíticos desde los 14 años como una de las drogas de inicio de pacientes con adicción a distintas sustancias.
Para el caso de pacientes medicados por estrés o trastornos de sueño, indicó que las consultas se dan desde una media de 30 años, pero que también se presenta a edades menores.

“No hay soluciones mágicas”
Luis Flores, ginecólogo y presidente del Colegio Médico de Misiones, habló sobre las consecuencias de la medicación y criticó la fábula de las soluciones mágicas.
“No tengo estadística acerca de si hay una tendencia creciente entre los jóvenes de tomar pastillas, pero no sólo en los jóvenes pasa eso, en los adultos y los ancianos también. Yo hice un estudio, porque atiendo a mujeres mayores de 50 y una de cada cuatro toma psicofármacos. Es una tendencia, no se si está en aumento pero aparentemente sí”, explicó.
Analizó que el fenómeno puede darse “porque la gente cree en lo mágico. Siempre creyó en lo mágico, antes creía en los payeseros, los que hacían de médico en las tribus y en la actualidad cree que con una pastilla soluciona sus problemas mentales, físicos”.
“Sino hay que ir a pararse a una farmacia y ver las cosas que se compran: van a comprar un anti-inflamatorio, algo para el sueño, algunas vitaminas, algo que les levante el ánimo y algo que les haga dormir. Todo junto. Una pastilla soluciona sus problemas, entonces se han medicalizado las situaciones comunes de la vida. Todos tenemos tristezas o se nos muere alguien y hay que pasar por los duelos, eso no se hace con una pastilla. Pero es una creencia que con una pastilla, medicamento o algo mágico solucionamos o mejoramos las situaciones de la vida”, agregó.
Advirtió acerca de las consecuencias de la ingesta de drogas farmacológicas. “(Causa) Un día o cinco años de cualquier forma trae problemas. Todos los medicamentos son venenos, lo que pasa es que a veces son necesarios. Sobre todo, los medicamentos producen efectos secundarios. En el caso de los psicofármacos, problemas neurológicos, mentales, problemas en la coordinación. Hasta una pastilla de calcio y una aspirina pueden producir problemas y perforaciones estomacales”.
Apuntó que “desgraciadamente la industria farmacéutica es muy grande, después de la venta de armas es la más grande, y son poderosas; y producen muertes que es lo peor, no solamente daños físicos. La ingesta de estos e inclusive de los recetados trae problemas”.
“Están entre las cuatro principales causas de muerte en el adulto con la venta de medicamentos recetados, así que te imaginarás los que se compran en La Placita acá en Posadas por ejemplo. Yo no entiendo porqué se sigue produciendo. El día que un intendente haga algo ahí voy a creer en los intendentes. No puede ser que se vendan medicamentos tan libremente en un lugar así”, advirtió.

Común y legal
“No llevo estadísticas pero te diría que es generalizado. Es una forma de drogadicción, diría que es más común que la cocaína y la marihuana porque está legalizada, esto se compra. Se consigue una receta, a veces sin ella y se vende en algunos lugares”, lamentó el médico.
Señaló el hecho de que los medicamentos producen acostumbramiento. “Es una cosa mental y muchas veces también física. Requieren de dosis mayores o la misma dosis para poder funcionar”.
Finalmente, Flores reflexionó sobre la responsabilidad del médico al momento de recetar pastillas. “Ojalá que todos los medicamentos sean recetados por médicos y no que la gente se vaya a un lugar, una farmacia o a La Placita a comprar para consumir”, refirió y agregó: “El médico, claro que tiene mucha responsabilidad en el caso de los psicofármacos son recetas archivadas, y de eso lleva el control Salud Pública”.
“Los médicos son responsables por esa situación y pueden ir, de hecho van a juicio muchas veces por mala prescripción ya que nosotros tenemos mucha responsabilidad y somos vigilados al respecto. La ingesta de estas pastillas pueden tapar alguna enfermedad y el médico se ve imposibilitado de realizar un diagnóstico”, aclaró.



Grinblat: “Vivimos en una sociedad medicalizada”
Para la especialista los pacientes buscan soluciones rápidas y mágicas en las pastillas.
El Sindicato Argentino de Farmacéuticos advierte que la automedicación va en aumento


BUENOS AIRES. Hay pastillas para todos y para todo. Para dormir, adelgazar, relajarse, broncearse, no olvidarse, no embarazarse, tener mejor actividad sexual, mayor rendimiento laboral, no deprimirse y la lista es interminable. Porque para cada situación de la vida cotidiana se inventó una pastilla que nos puede ayudar a transitarla con menos dolor y más placer.
Esa parece ser la consigna madre de la sociedad actual: hacer todo con menos sacrificio y en forma rápida. Y eso es justamente lo que proponen las miles de publicidades de pastillas que las ofrecen para curar todos los males. Hay pastillas para los abuelos, para los padres y también para los hijos. Pastillas para pobres y para ricos. Pastillas para sanos y para enfermos. Pastillas de venta legal e ilegal. De venta libre o bajo receta. Hay pastillas para todos.
“Este corrimiento del medicamento a la pastilla esta relacionado con la medicalización de la vida cotidiana. Está claro que vivimos en una sociedad medicalizada, donde se cree que una pastilla puede solucionarnos cualquier problema en forma casi instantánea” explicó a El Territorio la farmacéutica Erika Grinblat, que es gerente de Logística y Gestión de Medicamentos del Programa Remediar del Ministerio de Salud de la Nación. 
Los lectores que tengan más de cuarenta años podrán recordar cómo eran las farmacias de antes. Lugares a los que se recurría solamente en casos de extrema necesidad de un remedio. Allí todo venía en frascos grandes y en envases poco atractivos. Tomar un remedio era cosa seria y se respetaba al pie de la letra lo que indicaba el médico. 
Hoy las farmacias son casi como un mini shoping con juguetes, galletitas, perfumes y todo tipo de pastillas que la gente compra como si estuviese en un supermercado. Están abiertas las 24 horas y en sus pasillos los mismos vecinos se aconsejan sobre qué tomar si te duele la cabeza o si no puedes dormir.
Según las estadísticas locales realizadas este año por el Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos: 8 de cada 10 mayores de 18 años se automedica. “Esta conducta de que la persona decida qué es lo que tiene que tomar sin consultar a un medico, creció abrumadoramente en los últimos diez años en nuestro país” explicó a El Territorio el doctor Daniel Calvo, que es secretario de prensa de dicho sindicato.
Seguidamente advirtió que “el 7% de los medicamentos se venden fuera de las farmacias, por ejemplo en quioscos, supermercados, restaurantes, boliches, gimnasios e internet, aún incluso después de la Ley 26.567 que sostiene que los medicamentos se deben vender exclusivamente en las farmacias”.

Pare de sufrir
Según prevé la Organización Mundial de la Salud, en el año 2020, los trastornos de ansiedad y la depresión serán la segunda causa de consulta médica.
“Actualmente la gente no está dispuesta a pasar ni un mínimo de nerviosismo o intranquilidad y por eso esta constantemente ansiosa por calmar, situaciones de la vida cotidiana que hace algún tiempo eran normales y que ahora parecen ser las nuevas enfermedades”, explicó a El Territorio la farmacéutica Erika Grinblat, del Programa Remediar del Ministerio de Salud de la Nación.
Por su parte, Daniel Calvo del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos dijo que “la vida moderna quiere evitar al máximo toda situación de dolor, sacrificio o malestar, por más mínimo que sea y por eso el consumo de pastillas aparece como la solución mágica para casi todos los momentos de la vida”.  
Según explicó Grinblat “hoy existen medicamentos de todos los colores y para todas las dolencias, por eso nosotros desde el Ministerio de Salud de la Nación no fomentamos en ningún caso la entrega de medicamentos sin receta médica, aunque sea un simple ibuprofeno para bajar la fiebre, siempre es recomendable que antes un médico revise a la persona”.
En ese sentido, Grinblat puso como ejemplo “el caso de la madre que viene con su hijito con fiebre y pide un antifebril. Le explicamos a esa mamá que primero hay que saber cuál es el origen de esa fiebre y atacar ese problema. Muchas veces bajar la fiebre puede esconder la verdadera enfermedad”.
Según Grinblat, “en todas las salas de atención médica donde funciona el Programa Remediar de entrega gratuita de medicamentos para la gente que no puede comprarlos, insistimos en la idea de evitar la automedicación y la autoprescripción, porque es el médico el que debe diagnosticar y recetar en consecuencia”.

Empastillarse para dormir
Cerca de 5 millones de argentinos  -que es el equivalente a cinco veces la población misionera-  toma pastillas para dormir, de acuerdo a las estadísticas brindadas a este diario por el Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos.
De acuerdo a esos registros, el año pasado se prescribieron en todo el país 3 millones de recetas de medicamentos para dormir, que representaron un 22 por ciento más que hace 5 años.  
“Es evidente que hay un uso abusivo de las benzodiacepinas -las marcas más conocidas son Valium y Alplax- que son las píldoras más recetadas para dormir y el grave problema es que con el tiempo generan adicción. Una cosa es tomarlos frente a alguna situación particular y por recomendación médica en períodos que no superen los tres meses. Pero la realidad indica que hay personas que lo toman diariamente para poder dormir”, advirtieron los farmacéuticos.
“La gente quiere apoyar la cabeza en la almohada y quedarse frita. Cuando no lo logra, en vez de pensar en bajar el estrés diario, cambiar el colchón o generar mejor ámbito en el dormitorio, va a lo fácil: comprar una pastillita que lo haga dormir en el acto” explicó Calvo.
Seguidamente dijo que “lo mismo ocurre con las pastillas o suplementos para adelgazar. En noviembre decidimos que para diciembre queremos estar flacos y por eso en vez de hacer una dieta sana a lo largo del año y actividad física, vamos a la pastilla que se promociona en la tele que dice que en dos semanas estaremos flacos y fantásticos”.
Finalmente, todos los profesionales consultados para este informe periodístico relataron que nada de lo que tomemos es totalmente inocuo para nuestro cuerpo.
Todo traerá tarde o temprano alguna consecuencia en la persona.
Por eso, el consejo al momento de pensar en automedicarse con la próxima pastilla, es saber que sin prescripción del médico, es siempre peor el remedio que la enfermedad.


Remedios que hacen mal
Según explicaron a EL TERRITORIO desde el Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (SAFyB) “los nuevos fármacos son más efectivos, pero también más tóxicos”. Desde la institución brindaron una lista de medicamentos que fueron retirados del mercado porque se comprobó que causan verdaderos problemas para la salud.
• Fenfluoramina (para adelgazar): retirada en 1999, causaba hipertensión.
• Troglitazone  (para diabetes) retirada en 2000, provocaba daño hepático.
• Mibefradil (para la presión arterial): retirada en 2000 por interacciones con otros fármacos y reducción de la frecuencia cardiaca.
• Alosetron (regulador de la digestión): retirado en 2000, causaba diarrea aguda.
• Cisapride (regulador de la digestión): retirada en 2000 de EE.UU. por arritmias cardíacas. Todavía se vende en Argentina.
• Terfenadina (para la alergia): retirada en 2003 por aumento de la frecuencia cardíaca.
• Astemizol (para la alergia): retirado en 2003 porque interactuaba con otros fármacos inhibiendo el metabolismo y aumentando la toxicidad.
• Cerivastatina (para el colesterol): retirada en 2001 por dolor y destrucción articular e impotencia sexual.
• Rofecoxib (para el dolor): retirado en 2004 por hipertensión y otros problemas cardíacos.
• Valdecoxib (para el dolor): retirado en 2005 por hipertensión y otros problemas cardíacos.
• Clobutinol (para la tos): retirado en 2007 por arritmias cardíacas.
• Tegaserod (para el colon irritable): retirado en 2007 por alteraciones digestivas.
• Rosiglitazona (para diabetes): retirado en Europa en 2010 por problemas cardíacos.
• Sibutramina (para adelgazar): retirado en 2010 por problemas cardíacos.


Cierre de año con vitaminas y energizantes

POSADAS. Ante la cercanía del final de año, las personas tienden a sentirse cansadas y con falta de energía para afrontar las actividades.
Natalia Rodríguez, presidente del Colegio de Farmacéuticos y Químicos de Misiones, se refiere a este período del año como “la época de las vitaminas”, la cual por lo general comprende “los fines de año y el comienzo de cada año, cuando empiezan las actividades” y que es cuando las personas más necesitan disponer de la totalidad de sus fuerzas.
“El período vitamínico se extiende hasta cerca de las fiestas. Ya sobre las fiestas nadie pide más. Y después ya se olvidan de todo. Es para llegar a lo último del año, porque la mayoría está esperando sus vacaciones”, afirma y añade que las vitaminas o suplementos vitamínicos lideran el podio de los requerimientos en las farmacias.
 Por su parte, la farmacéutica Vania Ilchuk reconoció una fuerte tendencia a solicitar energizantes, en tanto su colega Vanesa Moesch afirma: “a mí me piden muchas cosas naturales, sobre todo algún yuyo, que tenga tilo o valeriana, que son sedantes pero naturales”.
La melatonina también es requerida en farmacias por su acción reguladora y coordinadora de ritmos biológicos como el sueño. “Pero se toman estas cosas más para la memoria o el cansancio físico”, aseveró Ilchuk.
Las tres farmacéuticas coincidieron en que entre los demandantes de vitaminas o energizantes se encuentran principalmente los estudiantes, quienes tienen que afrontar el último período de exámenes, y los maestros, quiénes a esta altura del año ya sienten agotamiento.
Rodríguez se refirió además al hecho de que la tendencia a necesitar complejos vitamínicos para llegar al fin del año se hace extensiva a casi todos los niveles adquisitivos “porque están todos cansados”.
Además dijo que “hay mucha publicidad de vitaminas y demás que influyen muchísimo; eso genera una necesidad que a lo mejor no es tan importante”, evidenció.

Una constante
Según afirman desde las farmacias de Posadas el consumo de antidepresivos y ansiolíticos suele aumentar durante los últimos meses del año. Sin embargo, su venta es constante el resto del año y se encuentran dentro de la lista de medicamentos de mayor demanda. Además, incrementa cada vez más su compra entre la gente joven.
Por otra parte, varias farmacias sostuvieron que durante este cierre de año crecieron las ventas de tranquilizantes, suplementos vitamínicos o polivitamínicos y de los antioxidantes.
Desde la Farmacia Fleming aseguraron que se nota un incremento en el consumo de calmantes y ansiolíticos generalizado.
Asimismo, Martín Spohn, farmacéutico del lugar, argumentó “no puedo decir si se debe al estrés  de fin de año o no, esa información ya no la manejamos. Pero sí en estas épocas del años notamos un incremento en la compra de tranquilizantes, suplementos vitaminicos y antioxidantes que suelen pedirlos con recurrencia”.
Además, Spohn agregó que “por lo general son personas de más de cuarenta años” quienes consumen este tipo de medicamentos.
Desde otra farmacia también afirmaron que “la venta de Alplax y Ribotril se produce durante todo el año por la situación económica que vive la gente, y en general los que más consumen son las personas de 25 años para arriba”.
Asimismo, Micaela Escalante de la Farmacia 9 de Julio, argumento que “se produce un acrecentamiento en la venta de vitaminas, miorrelajantes, analgésicos durante estas fechas”.
Además, “hay muchos pedidos de medicamentos para dolores de cabeza y musculares”, indicó.