Hay que reírse más

Domingo 24 de agosto de 2014
Crece en nuestro país el número de médicos y psicólogos que recetan una buena dosis de risa a sus pacientes al momento de explicar el tratamiento a seguir, porque la ciencia ya comprobó los efectos benignos de las carcajadas en la salud física y mental de las personas.
Por eso en Buenos Aires y otras ciudades del mundo, hay cada vez más centros de risoterapia, donde la gente concurre para aprender a reírse y de esa manera canaliza tensiones, dolores y preocupaciones.
NEA entrevistó a una psicóloga, un médico y una artista, quienes explicaron desde sus áreas de trabajo la importancia de no reprimir las carcajadas y de intentar aumentar su número a lo largo del día. Los entrevistados destacaron que la risa es un remedio gratis, que está al alcance de todos, sin  contraindicaciones y que si lo sabemos usar puede cambiarnos la vida.
“Los niños se ríen todo el tiempo pero a medida que crecemos disminuimos esa actividad por represión y por los límites que nos autoimponemos y que nos pone la sociedad. Entonces sucede que hay adultos que prácticamente no se ríen y esto no es bueno para la salud. Por eso es necesario reeducar el cuerpo y la mente para recordar esa actividad tan sana y fundamental para la vida, que es la risa”, explicó la licenciada en Psicología, Diana Olijnyk.
Por su parte, el médico especialista en Neurociencias, Matías Bonanni argumentó: “Cuando nos reímos aumentamos las producciones de tres hormonas que son fundamentales para una vida sana: la serotonina que son las que ayudan a tolerar el estrés, la dopamina que nos ayudan a buscar sensaciones placenteras y las endorfinas, que baja el dolor y aumenta la sensación de bienestar”. En este sentido, Bonanni destacó estudios que aseguran que “las personas con mejor sentido del humor tienen 40% menos de posibilidades de sufrir infartos que aquellas que ríen menos”.
La cuestión de tomar la vida con una mayor dosis de humor e inclusive de transitar las enfermedades sin perder la necesaria cuota de risa fue abordada por el actor recientemente fallecido Robin Williams en la película Patch Adams, en la que personifica al médico estadounidense así llamado, que es inventor de la risoterapia con fines terapéuticos y el responsable de su inclusión en la medicina moderna.
Con esa experiencia como antecedente, nació en esta ciudad Payamédicos, una organización  sin fines de lucro en la que un grupo de profesionales del ámbito de la salud se dedican a visitar los hospitales disfrazados de payasos para tratar de instalar la terapia de la risa en las personas internadas. Es común verlos en los pasillos del Hospital Garrahan y también en el Hospital Borda.
“Hay numerosos estudios que prueban los beneficios de la risa para la vida del ser humano, por lo tanto más allá de los prejuicios, es indispensable que tratemos de reírnos más a pesar de las contrariedades que nos toque vivir, porque además es una energía que se contagia en los que nos rodean”, explicó el doctor especialista en psiquiatría con postgrado en la Universidad de Harvard, Matías Bonanni.

La risa nace en el cerebro.
Bonanni -a su vez director del Instituto de Neurociencias Aplicadas a la Clínica- explicó que la risa sucede “cuando el cerebro detecta que algo lo sorprende, que una secuencia que debía terminar de una manera termina de otra forma y ese cambio en la previsibilidad del pensamiento lo descoloca”.
Seguidamente, el psiquiatra sostuvo que “el cerebro tiene un área que se llama prefrontal que está por encima de los ojos que constantemente está funcionando para predecir lo que va a pasar; y cuando algo que suponemos que pasaría no ocurre se dispara el sentido del humor, que puede darse tanto desde el lenguaje, cuando alguien nos cuenta algo gracioso o también desde lo visual cuando por ejemplo veo alguien caminando que de golpe se tropieza, que eso no era algo que mi cerebro esté esperando y por eso me causa risa”.
Señaló que “si bien desde el punto de vista biológico la risa es un proceso que se da en todas las personas de igual manera, desde el punto de vista cultural no todos nos reímos de las mismas cosas, porque el humor se relaciona con la historia de cada individuo y  algo que puede resultar muy gracioso para una persona no lo es para otro”.
En este sentido advirtió que “no todos nos reímos de lo mismo y más aún, alguien puede ofenderse o sentirse lastimado por algo que a otra persona le causa gracia y eso lo vemos constantemente en los programas de televisión”. También  destacó que “esas diferencias se explican desde las experiencias personales y sociales de cada individuo”.
Asimismo dijo que “al fin y al cabo todo nace en el cerebro porque esas experiencias personales también van tejiendo una red de conexiones neurológicas que provocan que algo me cause gracia o por el contrario que lo rechace”.
El especialista explicó que “la risa se activa en un área que está en el tronco del cerebro, que está casi donde empieza la medula espinal, que se llama sustancia gris y que es la responsable de generar el aspecto físico de la risa con las muecas en el rostro, la postura del cuerpo, un ritmo cardiaco y una frecuencia respiratoria determinada”.
Y destacó que “en general las personas que tienen buen humor, es decir aquellas que se ríen con mayor facilidad también generan un estado de bienestar general en su entorno y están más  predispuestas a superar las eventualidades”.

Una herramienta poderosa. La licenciada Diana Olijnik está convencida de que la risa es una herramienta muy poderosa para mitigar patologías relacionadas con la depresión. Para la profesional “cuando una persona empieza a caer en depresión se va cerrando cada vez más en su propia burbuja y por eso se aísla y se enferma”. Luego destacó que “muchas veces la risa logra romper esa burbuja para que la persona mire la situación desde otro lugar y ese es el comienzo del tratamiento”.
Según Olijnyk “la risa como terapia sirve en la medida que sea  natural y espontánea. No una risa fingida o impuesta (...) La risa está relacionada con la personalidad de cada individuo. Hay gente que vuela una mosca y eso le causa gracia y otras que por más que le pongas la mejor comedia cómica al frente no le sacás ni una sonrisa. En general las personalidades más elásticas o flexibles son las que suelen dar más lugar a la risa y las personas más rígidas son en general más serias”.
Olijnyk, que conoce Misiones porque es hija de una familia ucraniana oriunda de Posadas y que se desempeñó en diversas provincias, dijo que la geografía y el clima también influyen en las personalidades y en ese sentido destacó que “la gente del Litoral en general se ríe más que los que vivimos en Buenos Aires y mucho más que la población del sur, que tiende a ser una comunidad más cerrada e introvertida”.
La psicóloga dijo que “deberíamos tomar en serio eso de tratar de reírnos más porque mejora nuestra calidad de vida, baja el nivel de estrés, descontractura  y nos ubica en un plano más relajado ya sea para el estudio como para el trabajo”.


Taller de la risa La artista Liliana Pécora, desde el año 2001 dirige un taller de la risa en el barrio porteño de Balvanera y  explicó a NEA que “es impresionante lo que la risa puede causar en cada persona y en nuestros ejercicios teatrales lo notamos a diario, la gente cambia el rostro, la mirada y tuve muchos casos de personas que superaron enfermedades y dolores crónicos gracias a la idea de relajarnos y reírnos de nosotros y de todo lo que nos cause gracia”.
Seguidamente dijo que “se tratan de juegos que buscan recuperar ese niño interior que todos llevamos dentro. Sólo que algunos no lo sabemos o lo olvidamos. Entonces a través de técnicas de desinhibición y de relajación tratamos de jugar a ser niños aunque sea por una ratito y desde ese lugar nos volvemos mucho mas risueños y creativos”.
La artista explicó que “el primer obstáculo al vencer para reírse naturalmente es vencer el miedo al ridículo y dejar de lado los prejuicios. Y cuando lo logramos las carcajadas vienen solas”.
Finalmente Liliana Pecora señaló que “la represión a la risa viene por el lado de la educación porque se nos enseñó que para ser creíbles hay que ser serios. Por eso hay que reaprender algunas cuestiones para darnos cuenta que la vida sin risa no tiene sentido y que una buena carcajada puede ser el mejor remedio para muchos males”.


Los beneficios 20 segundos de risa equivalen a 3 minutos de ejercicio constante en el gimnasio donde trabajan los músculos de la cara, el tórax y el abdomen a gran velocidad.

Los ojos adquieren un brillo característico y aumentan las secreciones lacrimales.
Se normaliza la presión sanguínea y el corazón aumenta su frecuencia  hasta  bombear de 140 a 210 mililitros de sangre por minuto, cuando lo normal son 70.

Los pulmones movilizan el doble de aire lo que contribuye a una mejor oxigenación del organismo.

La risa es un activador metabólico, que provoca la liberación de adrenalina, favoreciendo la perdida de calorías.

Mejora el sistema inmune.
Disminuye el estrés porque hace bajar los niveles de epinefrina y cortisona.
Incrementa la producción de anticuerpos  y la activación de células protectoras como los linfocitos y citotóxicos, que producen la inmunidad celular, importante para evitar la formación de tumores

Libera del temor y la angustia.
Contribuye a aplacar la ira.
Contribuye a un cambio de actitud mental que favorece la disminución de enfermedades.

Favorece la digestión al aumentar las contracciones de todos los músculos abdominales

Facilita la evacuación debido al “masaje” que produce sobre las vísceras.
Disminuye la presencia del colesterol pues equivale a un ejercicio aeróbico.

Ayuda a reducir la glucosa en sangre.

Por Daniela Cortés
sociedad@elterritorio.com.ar