Empezaron como coleccionistas, como un pasatiempo, pero luego decidieron
producir para vender. Aunque sus amigos no creían que fuera a
funcionar, hoy son pioneros en Misiones. Roberto Carlos Babenco y
Patricia Yushcuvus comenzaron de a poco, buscando información,
recolectando y estudiando en casa. Desde que eran novios coleccionaron
cactus en su casa de Oberá, hasta que la pasión se transformó en el
negocio familiar.
El actual matrimonio recibió a El Territorio en Roca Cactus, contó cómo
surgió todo, e incluso confió los secretos para cuidar los cactus.
“Surgió como hobby, mi abuela le regaló uno a mi compañera y después me
regaló a mí porque le gustó, luego mi tío vio que nos gustó y nos regaló
otros. De a poco fui consiguiendo más, iba a los viveros y compraba
otros, siempre buscando para coleccionar”, comenzó explicando Roberto
junto a su esposa Patricia.
Hace 20 años no existía la tecnología informática actual, con la que a
sólo un click se accede a miles de sitios con datos e información.
Cuando la pareja comenzó no era tan accesible. “En esa época iba al
ciber y buscaba información, pasando todo a un diskette. De esa forma
fui estudiando cómo son los nombres, las formas, de dónde son
originarios y más sobre los cactus”, relató Roberto.
La particular forma en la que nace una llamativa flor de esta planta fue
lo que atrapó definitivamente a la pareja. Seguir ese proceso se volvió
apasionante. “Una vez que se empieza con uno, quiere otros y es una
cadena, cuando uno descubre las flores ahí quedás encantado”, consignó
el coleccionista devenido en emprendedor.
Con una gran colección, empezaron a pensar en la empresa y vivir de la
venta de cactus. “Como coleccionista fueron diez años y al tener tantos,
iba vendiendo algunos, pero no había salida comercial. Me decían ‘¿vos
vendés cactus? ¿es como la tuna?’, porque la gente los conocía como
tunas, hoy en día sí ya están más familiarizados con los cactus como
tales”, manifestó.
Más adelante se dio la posibilidad de tener una chacra, allí
construyeron el vivero que tienen actualmente y en el local anexaron
plantas florales para hacer crecer el emprendimiento.
Tienen clientes de diferentes provincias -Buenos Aires, Córdoba, Santa
Fe, Entre Ríos, por nombrar algunas- y antes de la cuarentena, todos los
días salían envíos a todo Misiones e incluso a Paraguay. “En Oberá
muchos nos conocen y en la provincia creo que somos unos de los únicos
que producimos semillas. Sabemos que ahora hay muchos que venden, pero
la producción de semillas no hay”, reconoció Patricia y destacó que en
el vivero se dedican a polinizar y lograr frutos que son cosechados: “Se
logran semillas y se generan nuevas formas”.
El tesoro, resguardado
Sobre su cuidado, destacaron que es esencial, porque el cactus necesita
sol siempre. Además como mínimo hay que regarlo tres veces a la semana
porque necesitan agua.
En el vivero tienen una gran variedad a la venta, todos son oriundos de
América, incluidos ejemplares de Estados Unidos, por ejemplo, que son
reproducidos acá, y de Argentina también hay mucha variedad. Hasta ahora
la pareja no tiene registro de la producción porque tienen muchas
ventas.
Sin embargo, mantienen su preciada colección en su chacra, dónde guardan
los especímenes más queridos, los que no están a la venta y que tienen
su propia historia, dónde y cómo los consiguieron.
A la afición y la dedicación se sumó el tiempo que les brindó la
cuarentena para hacer crecer más cactus que hoy se venden como un bien
más que preciado.