Ella se autodefine como una mamá organizada, metódica y con una muy
buena memoria. Pero además de estos atributos, los que conocen su
historia la podrían definir como una madre guerrera, luchadora, que
siempre tuvo como prioridad a sus tres hijos, Alejo (16), Leandro (14) y
Joaquín (12).
Carmen Oviedo (49) siempre tuvo todo muy organizado. Antes de casarse,
quiso recibirse de profesora de matemáticas. Después de tener el título
llegó el momento de dar el ‘sí’ y, una vez que estuvieron casados con su
marido Camilo, comenzaron a formar lo que hoy es una gran familia.
A pesar de ser posadeña, la historia de Carmen Oviedo como mamá comenzó
en el otro lado del mundo. Más precisamente en Melbourne, Australia,
país en el que vivió un par de años y gestó a dos de sus tres hijos.
“Me convertí en mamá un poco tarde porque primero quise estudiar. Me
recibí de profesora de matemáticas y después nos casamos con mi marido.
Después él consiguió una beca para realizar una maestría en Melbourne,
Australia. Estuvimos un par de años y allá nació Alejo, el más grande”,
recordó la protagonista de esta historia.
Y explicó: “Estaba planificado. Después de casarnos queríamos tener
nuestro primer hijo; yo ya tenía 33 años. La idea era que mi marido se
iba a estudiar y yo a tener hijos. En Australia nació Alejo y después me
quedé embarazada de Leandro (14)”.
Luego de un par de años en Australia llegó el momento de volver a
Misiones y el regreso no fue para nada fácil porque estaban muy cómodos
en Australia.
“Fue un shock volver porque nos acostumbramos a vivir en un país en el
que todo es ordenado, todo está limpio, todo funciona. Australia es un
país muy cosmopolita”, destacó.
Ya de vuelta en Misiones, su marido consiguió trabajo en la empresa Alto
Paraná y se fueron a vivir a Wanda. En la localidad de las Piedras
Preciosas se siguió agrandando la familia. A los dos años del nacimiento
de Leandro, que se produjo en Posadas, vino al mundo Joaquín, el último
de sus tres varones, que fue concebido en Wanda pero que también nació
en Posadas. Como siempre, Carmen tuvo todo organizado y recuerda cada
detalle.
El proceso
“Con mi primer hijo tenía mucho tiempo para él, por eso recibió mucha
estimulación. Creo que por ser el primer hijo Alejo (16) era un poco más
demandante que lo que después fueron sus hermanos. Quizá sea la
experiencia también que con los hijos posteriores al primero uno ya sabe
algunas cosas”, analizó Carmen, quien además de ser profesora trabaja
en el Ministerio de Salud.
“Cuando mis hijos eran chicos dejé de trabajar como docente porque
quería dedicarme y tener tiempo para ellos. Fue una decisión que tomé.
Soy muy organizada y metódica. Tengo mucha memoria y eso me ayuda
mucho”, destacó y reivindicó el hecho de darle prioridad a sus hijos que
hoy ya son adolescentes.
“Ahora los tres son adolescentes. Yo siempre quise tener varones así que
me encanta ser mamá. Los mimo mucho y trato de ayudarlos en todo lo que
puedo, trato de ser una mamá presente porque sé que la adolescencia es
una etapa complicada”, contó.
Acomodarse a una nueva vida
A pesar de que muchas cosas se pueden planificar y tener bajo control,
en la vida ocurren situaciones que rompen el orden de una familia.
También rompen el corazón, pero el de Carmen está preparado para
soportar cualquier circunstancia y continuar firme apoyando a sus hijos.
Hace dos años, su hijo del medio, Leandro, tuvo una complicación de
salud que cambió por completo la dinámica familiar. Al chico de 14 años
le diagnosticaron cirrosis hepática, una enfermedad crónica e
irreversible del hígado. Por eso hoy Leandro, otro guerrero de la
familia, se encuentra en la lista de espera del Incucai para ser
trasplantado.
Si bien la situación es complicada de por sí, Leandro se encuentra bien
de salud gracias a la medicación y tratando de hacer un vida normal.
Mientras tanto, su familia está ahí, al pie del cañón para brindarle su
amor y acompañarlo en cada momento.
“Fue algo muy repentino que se dio de un día para el otro y que cambió
toda la dinámica familiar. Cambiaron las prioridades y mi actitud ante
la vida y la muerte. La dinámica familiar gira en torno a la persona que
más necesita”, explicó Carmen.
“Los médicos lo ven muy bien. Suponemos que debe ser porque él es muy
riguroso con su tratamiento. Tomar los medicamentos a horario es una
condición necesaria”, detalló.
Luego habló de cómo todos los integrantes de la familia están unidos
para darle fuerzas a Leandro, que el que más lo necesita. “Estamos bien
porque lo vemos bien. Tratamos de hacer bien las cosas para que él esté
bien. Si él está bien, toda la familia está bien”, aseguró.
Muchos afirman que la vida le presenta las peores batallas a aquellas
personas que están preparadas para poder afrontarlas. Y si para Carmen
esta es una prueba, la está superando con creces, porque a pesar de los
problemas, se la ve más firme que nunca para seguir acompañando y
guiando a sus hijos con el arma fundamental, el amor.
Para finalizar, dejó un mensaje para todas las madres en su día. “Yo les
diría a las madres que traten de darle tiempo de calidad a sus hijos.
Que generen espacios de diálogo, que a veces son difíciles, pero que se
pueden generar. Y a mis hijos les digo que sepan que soy su sostén y que
voy a estar siempre ante cualquier dificultad”, cerró.
Opinión
La maternidad, un aprendizaje
Diversos autores como Freud, Klein, Winnicott, Spitz, Bowlby entre otros
desarrollan teorías importantes acerca de la importancia del vínculo
temprano entre el hijo y la madre.
Cada teoría en su particularidad nos fue dejando conocimientos acerca de
que dichas experiencias y contactos que vive el bebé junto a su madre
al nacer son de vital importancia para su desarrollo posterior. El niño
se encuentra en un estado total de dependencia respecto a su madre,
resulta así que la madre funciona como un Yo auxiliar para el niño en
cuanto a su alimentación, cuidados, higiene, afectos, hasta alcanzar su
autonomía.
En lo personal considero que la maternidad es lo nombrado anteriormente y
muchísimo más. Este deseo necesario de cuidar al otro, protegerlo,
criarlo se convierte en una fortaleza personal y única que una madre va
atravesando a lo largo del ciclo vital del niño.
Muchas veces nos equivocaremos como madres, pero ello resulta ser el
aprendizaje a nuevas decisiones, otra veces sucederán situaciones donde
jamás imaginaríamos atravesarlas y nos convertiremos en personas
resilientes para atravesar momentos difíciles como la enfermedad de un
hijo, la muerte, la separación , padres ausentes, violencia, situaciones
tóxicas que pueden llegar a cruzarse en el camino de nuestros hijos; es
allí donde nos volvemos a regenerar y conocemos una faceta de nuestro
interior , con nuevas fuerzas.
Años atrás al niño no se lo veía como un ser con sus características
singulares; en la actualidad nos encontramos con un concepto renovado y
transformador acerca de la niñez. Actualmente se consideran importantes
en la infancia, las etapas evolutivas y será decisivo para la
adolescencia y la adultez. Reconocer que somos seres humanos pero no
perfectos, permitimos crecer, comprender, intentar acompañar en los
fracasos y logros de nuestros hijos. Es también, permitirnos
equivocarnos, batallar y también descansar…
Seremos el espejo de nuestros hijos, a veces exigentes, otras veces
permisivas muchas veces con culpa por no estar presente lo suficiente,
sin embargo te invito a siempre reflexionar parar y valorar tu
alrededor, ellos nos observan… aunque no lo veas… Permítete ser persona
individual más allá de tu gran instinto maternal que es hermoso y único.
Fortaleza y don de servicio